Si tuviéramos que simplificar la Buena Noticia en una sola frase sencilla, con un sujeto, un verbo, y un predicado, tendríamos que tomarla del Apóstol San Juan cuando nos dice que “Dios es amor”. Dios es amor es la Buena Noticia por antonomasia.

  • En primer lugar, decir que Dios es amor es decir que Dios ama a todos. Vemos en el relato de hoy de los Hechos de los Apóstoles como explica que “Dios no hace distinciones: acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea”.
  • En segundo lugar, decir que Dios es amor es decir que Dios es misericordia. Hemos rezado con el salmo 97: “Se acordó de su misericordia y su fidelidad”. Es decir, Dios nunca olvida que su misericordia y su fidelidad al hombre son irreversibles.
  • En tercer lugar, decir Dios es amor es decir que Dios es el primero en amar. San Juan, además de decirnos que Dios es amor en su primera carta, también nos dice que “en esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó”.

Muchas veces me habéis oído citar a la mística contemporánea Chiara Lubich. Pues bien, ella explicaba que el verdadero amor cristiano se basa en unas características especiales. Miles de niños de todo el mundo las tienen en un dado que tiran cada día para ser concretos. Son estas:

  1. Ser el primero en amar. “Primerear” como dice el Papa Francisco. Como hace Dios con nosotros, no esperar a que el otro (el esposo, la esposa, el hijo, el padre, el amigo, el compañero, el desconocido, el pobre, el enemigo…), de el primer paso, sino darlo nosotros.
  2. Amar a todos. Precisamente, por lo que antes decíamos, porque Dios ama a todos. A diferencia de nosotros, Dios no clasifica, no encasilla, no jerarquiza, y no excluye. Dios ama todos infinitamente, inmensamente. Las cuantías finitas son comparables, las infinitas no son comparables, son igualmente infinitas.
  3. Hacerse uno. Precisamente porque el amor es real y concreto. Podemos creer que amamos a los demás, que les servimos y les hacemos bien, desde nuestros criterios y categorías, pudiendo caer en el paternalismo. El verdadero amor es humilde. Hace callar, dice Chiara Lubich, el pensamiento y la palabra de uno para poder escuchar y acoger al otro. Amamos cuando vivimos el otro, y nos ponemos en la piel del otro.
  4. Ver a Cristo en el otro. No para sustituir la dignidad del hermano por una fantasía espiritualista, sino porque de verdad Jesús se pone en el lugar del otro para que cuando le sirvamos también a él lo sirvamos. Saber esto nos deja desarmados ante cualquier escusa para no amar. El verdadero amor no es un sencillo entusiasmo, dice el Papa. Es el que exige las obras de misericordia del capítulo 25 de san Mateo. En lo que él llama el “protocolo del juicio”: Estaba hambriento y me disteis de comer, estuve desnudo y me vestisteis, etc.
  5. Amar al enemigo. Que es la prueba máxima de la misericordia. Sólo alcanzamos el amor de Dios cuando somos capaces de amar al enemigo. Y si, como nos decía san Juan de la Cruz, “al final de la vida, nos examinarán en el amor”, esta es la “matricula de honor” en el examen del amor. Pero aún así, hay que vivirlo para aprobar el examen de la vida.
  6. Y amarse recíprocamente. El amor cristiano es sólo pleno cuando, como dice san Pablo, “se consuma en la unidad”. Jesús nos propone de hecho en el Evangelio tres grados en el amor:
  • amar al prójimo como a nosotros mismos (medida bien alta),
  • amar a los demás como él nos ha amado (dispuestos a dar la vida),
  • y amarnos recíprocamente, para lo que es necesario la conjugación de más de una voluntad. Es el verdadero amor de las familias, de las comunidades cristianas. Es el deseo máximo de Jesús en su oración sacerdotal en el Huerto de los Olivos: “Que todos sean uno como tu y yo somos uno” (Jn. 17, 21). Y es el amor que por si mismo trae la presencia de Cristo, porque “donde dos o tres estén unidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt. 18,20). Por eso decimos que donde hay amor, ahí esta Dios.

Conclusión: Seamos niños evangélicos, y aunque ya no tengamos juguetes como el dado del amor, no dejemos de proponernos las seis maneras de amar en cristiano: amar a todos, ser lo primeros en amar, ver a Jesús en el otro, amar al enemigo, y amarnos los unos a los otros.

HOMILÍA DOMINGO VI DE PASCUA. CICLO B (10 DE MAYO DE 2015).