FOTO: nueva Catedral greco-católica de Cluj (aún en construcción)
El sábado 1 y el domingo 2 de junio continuaron los trabajos del Congreso del EQUIPO EUROPEO DE CATEQUESIS (EEC) que se celebra en Cluj-Napoca (Rumanía), del 29 de mayo al 3 de junio de 2024, con el título “Catequesis, liturgia y experiencia humana”.
Recordamos la crónica de las ponencias del viernes 31 de mayo:
CONGRESO EN CLUJ (RUMANÍA) SOBRE “CATEQUESIS, LITURGIA Y EXPERIENCIA HUMANA” /3
CRÓNICA-RESUMEN DE LAS INTERVENCIONES
- Liturgia, catequesis y mujeres (Angela Kaupp)
- Liturgia, catequesis y familia (Carl-Mario Sontana)
- Síntesis del Congreso (José María Pérez)
Sábado 1 y domingo 2 de junio de 2024
Liturgia, catequesis y mujeres
Angela Kaupp, profesora de Enseñanza Religiosa, Universidad de Coblenza, Alemania habló en la mañana del sábado 1 de junio de “Liturgia, catequesis y mujeres”
Comenzó con la lectura bien conocida de San Pablo: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gal 3,28). Para acto seguido explicar que “las divisiones según el origen, la condición y el sexo quedan abolidas en la comunidad que confiesa a Jesús como Cristo. Consecuencia del sacerdocio común de cada creyente en Cristo, fundado en el bautismo, es la participación de todos en la misión de la Iglesia de anunciar el Evangelio en el mundo”.
El hombre y la mujer son imágenes de Dios con la misma dignidad
Kaupp recordó a continuación que los fundamentos de las relaciones de género se encuentran ya en los primeros capítulos del Antguo Testamento.
«Y creó Dios al hombre a su imagen y semejanza; […] varón y hembra los creó», dice en el primer capítulo del Libro del Génesis. En este texto, que tiene más de 2.500 años, Dios creó al hombre (‘ādām = terrícola de ‘ādamāh = tierra) en dos sexos. Dado que ‘ādām se utiliza sin artículo, el término no debe entenderse como un nombre propio, sino como un término colectivo para la humanidad.
Para hombre y mujer no se utiliza ‘îš (= hombre) y ‘îššāh (= mujer), sino zākār (= masculino) y nĕquēbâ (= femenino). Esto subraya la diferencia de género.
Ambos géneros son descritos como imagen de Dios y «se caracterizan por la dote básica común de ser imagen del Altísimo» . La imagen de Dios se muestra en el ser humano de dos maneras: masculina y femenina.
El primer relato de la Creación subraya la igualdad de los géneros: el ser humano fue creado ante todo como imagen humana de Dios (estatua viviente de Dios), a semejanza de Dios. Sólo después se afirma que hay una variante masculina y otra femenina (Gn 1:26-27). La deidad única no tiene forma humana (antropomorfa), sino que los seres humanos tienen mucha forma divina (teomorfa).
El modelo “Kyriarchy“ o: ¿Por qué́ la práctica es diferente?
¿Cómo es posible que, a pesar de esta igual dignidad de hombres y mujeres, la sentencia de Gálatas aún no se haya puesto en práctica en la Iglesia? Aunque la clase y la raza desempeñan hoy un papel menos importante que en épocas anteriores, el género sí que lo hace.
Cita la ponente a Ruppert: «La imagen de Dios se refleja tanto en el hombre como en la mujer, aunque de manera diferente, del mismo modo que Dios mismo, aunque en el AT suele presentarse como un hombre, trasciende las fronteras del género».
Hay que tener en cuenta, explica Kaupp, que el orden social en el que se escribieron las Escrituras suele denominarse «patriarcado» (dominio de los padres). Sin embargo, el término «kyriarquía» (dominación por un Señor) es mejor.
Citando a Elisabeth Schüssler-Fiorenza, que nació́ Cenad aquí́ en Rumanía, señala Kaupp que “lo que se quiere decir es que una comunidad está encabezada por un solo hombre (kyrios) al que todos, mujeres y hombres por igual, deben someterse”.
No pretende Kaupp analizar las razones sociológicas y teológicas por las que las mujeres han sido reprimidas y, en última instancia, excluidas en gran medida de los puestos de liderazgo durante siglos como consecuencia del fortalecimiento de las estructuras ministeriales, y qué significado tiene esto para la catequesis y la liturgia.
Aspectos bíblicos, históricos y teológicos
Explica Kaupp como el Nuevo Testamento aún no reconoce a los sacerdotes en el cristianismo. El término griego típico para sacerdote (hiereus) nunca se utiliza en el Nuevo Testamento para designar ministerios u oficios específicos en las primeras comunidades cristianas (ecclesia).
Hebreos declara que los creyentes en Cristo tienen (sólo) un Sumo Sacerdote, a saber, Jesucristo (Heb 3:1; 4:14; 5:10). En el Apocalipsis, el término «sacerdote» se considera un título digno para todos los bautizados (Ap 1:6; 5:10; 20:6). La enseñanza del sacerdocio común de todos los fieles enlaza con esto. Las personas que han encontrado la fe en Jesucristo son «una raza elegida, un sacerdocio real» (1 Pedro 2:9). Términos como «apóstoles», «los Doce», «presbíteros», «diáconos» y «episcopios» son más comunes y poderosos en los escritos del Nuevo Testamento que el término «sacerdote».
«Los Doce» y «los Apóstoles» no son lo mismo
Estos Doce apuntan a las doce tribus de Israel y, por tanto, a la pretensión de Jesús de reunir al nuevo Israel (cf. Lc 22,28-30; Mt 19,28). Dado que los fundadores de las doce tribus de Israel eran varones, los representantes del nuevo Israel designados simbólicamente sólo podían ser varones, pues de lo contrario no se habría entendido el signo.
En la época pospascual de la Iglesia primitiva, Pablo habla ya varias veces en sus cartas de un grupo de Apóstoles (Rom 16,7; 1 Cor 9,5; 15,9; cf. Gal 1,17 y 19). Apóstoles son los que han encontrado al Señor resucitado: el propio Pablo (cf. 1 Co 9,1-4; Rm 1,1; 1 Co 1,1).
Este criterio se aplica por igual a mujeres y hombres: Las mujeres acompañan a Jesús, están presentes en su muerte y son las primeras testigos de la resurrección
María Magdalena es quien primero se encuentra con el Resucitado y la primera en recibir la misión de anuncio (Jn 20,1-18, Mt 28,9-10 y Mc 16,11); por eso los Padres de la Iglesia latina le atribuyen la posición de «apostola apostolorum», posición elevada respecto al círculo de los Doce. El Papa Francisco lo ha recordado una vez más a la memoria de la Iglesia al elevar su fiesta al rango litúrgico de fiesta, como la de los demás apóstoles.
En Romanos 16:7 también se llama apóstol a una mujer: Junianus o Junias son nombres que no existen en el ámbito griego, pero Junia sí, por lo que cabe suponer que Junia y Andrónico eran una pareja misionera como Febe y Aquila.
Mujeres en puestos de liderazgo en las primeras comunidades cristianas
Recorre Kaupp la huella en el nuevo Testamento de los ministerios ejercidos por las mujeres: Hace más de cuarenta años, los exégetas cristianos establecieron que en la Iglesia primitiva había diversos ministerios y cargos para mujeres y hombres. En los primeros siglos después de Cristo, las mujeres ejercían como diáconos.
La importancia de la posición de Febe (Roma 16:1) como ministra en la iglesia de Cencreas queda subrayada por el título prostatis, que suele traducirse por «ayudante» o «patrona», aunque en la literatura de la época el término tiene la connotación de oficial principal, presidente, gobernador o Superintendente. Dado que Pablo afirma que Febe era prosapia de muchos y también del propio Pablo, los eruditos rechazan tal significado aquí́. Sin embargo, en 1 Tes 5:12 el verbo caracteriza a personas con autoridad en la comunidad y en 1 Tim 3:4s y 5:17 designa las funciones del obispo, diácono o anciano. Prisca, junto con su marido Aquila, fue una figura destacada en la misión gentil junto a Pablo, Bernabé́, Timoteo y Apolos.
Las mujeres se ven apartadas de los puestos de liderazgo eclesiástico
Pero, reconoce Kaupp, los escritos más recientes del Nuevo Testamento también muestran cómo se aparta a las mujeres de las funciones de liderazgo (cf. 1 Cor 14:34-35; Ef 5:21-24; 1 Tim 3:1-12) El proceso de institucionalización, que ya es evidente en los escritos del Nuevo Testamento, comenzó́ durante la segunda mitad del siglo I. Poco a poco, el liderazgo pasó de misioneros itinerantes a titulares de cargos jerárquicos, con obispos locales y presbíteros dirigentes que ocuparon el lugar de los apóstoles y profetas. Por tanto, se pasó́ de un liderazgo carismático a formas tradicionales de autoridad. La armonización con las formas de autoridad judías y helenísticas condujo a la exclusión de las mujeres de los puestos de liderazgo.
La evolución histórico-cultural llevó a la exclusión de las mujeres de la teología durante siglos
Para Kaupp la clave principal de la exclusión de las mujeres de la Iglesia están en su exclusión de la corriente principal de la teología quedó sellada con la fundación de las universidades. Mientras que antes los debates teológicos tenían lugar principalmente en los monasterios y, por tanto, las mujeres también se ocupaban de cuestiones teológicas (por ejemplo las místicas), hasta el siglo XX se excluyó́ a las mujeres de la asistencia a las universidades.
No fue hasta mediados del siglo XX cuando las mujeres empezaron a estudiar teología, al principio con el objetivo de convertirse en profesoras de educación religiosa. Más tarde, estudiaron una carrera completa, como los sacerdotes, con el objetivo de convertirse en agentes pastorales en parroquias o diócesis.
Hacer hincapié́ en la representación de Cristo
El argumento de la representación masculina de Cristo es relativamente nuevo en la historia de la teología: supone que sólo un hombre posee la semejanza natural con Cristo, por lo que la metáfora de Cristo, el esposo, y la Iglesia como su esposa se expresa de forma correcta. Este argumento es particularmente fuerte en la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe «Inter insigniores – sobre la cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial”, que en 1976 subrayó enfáticamente la no admisión de las mujeres al ordo sacramental. Este argumento también desempeña un papel en el debate actual.
Hablar del ministerio
El Concilio Vaticano II subrayó que el ministerio del sacerdote es un servicio a los fieles (LG 10). Sin embargo, el concepto de ministerio sigue sin estar claro hoy en día, ya que los sacerdotes desempeñan un cargo con autoridad en virtud de su ordenación, mientras que a las mujeres sólo se les permite servir. A menudo sólo para asesorar, pero sin autoridad para tomar decisiones. Esto entra en tensión con el sacerdocio común de todos los bautizados, que también subrayó el Concilio Vaticano II (cf. Lumen gentium 10-12).
Las prácticas básicas de la Iglesia y la participación de las mujeres
Explica Kaupp que el Concilio Vaticano II denominó Diakonia, Martyria, Leiturgia y Koinonia como los actos básicos del ministerio de Cristo y a la Iglesia como la dimensión central de la comunidad cristiana. Tomo cada uno de estos cuatro conceptos para analizar el papel de las mujeres tanto en las funciones pastorales básicas como en la práctica.
Koinonia – comunidad de vida y de fe
Funciones pastorales básicas: Koinonía significa comprometerse unos con otros, a pesar de las diferencias y los opuestos existentes, a partir del conocimiento de que Dios, en su encarnación, se ha comprometido previamente sin reservas con la humanidad.
Práctica: Acciones que tienen lugar en la comunidad y la promueven. Esto incluye actividades conjuntas, trabajo en grupo, pero también un congreso como este. Esta área es la menos estructurada y suele estar vinculada a las otras tres prácticas básicas. Por lo tanto, está abierta a mujeres y hombres, personas no consagradas y consagradas.
Diaconía: hacer posible la vida y la fe
Función pastoral básica: Basada en la fe en el Dios de la vida y en su filantropía revelada en Jesucristo, la acción de la Iglesia pretende ayudar y curar.
Práctica: En el Nuevo Testamento, el diácono tiene la tarea de ayudar a los pobres, a las viudas y a los huérfanos. Desde el punto de vista exegético, hoy se considera seguro que este oficio, que en aquella época aún no estaba vinculado a la ordenación diaconal, también correspondía a las mujeres (Rom 16:1). Esto incluye la implicación cristiana en hospitales, centros para niños, jóvenes o ancianos y enfermos, ayuda vecinal y ayuda a personas necesitadas. Muchas mujeres llevan siglos trabajando en el sector diaconal. Como este campo de actividad no está́ muy estructurado por los requisitos de los cargos eclesiásticos, tanto hombres como mujeres no sólo son activos a nivel local, sino que también ocupan puestos de liderazgo, incluso a nivel diocesano.
Martyria – hablar de vida y fe
Función pastoral básica: La fe da testimonio de la vida que se abre y promete a las personas a través del Evangelio. Al dar testimonio, la memoria ayudadora y sanadora de la salvación permanece viva y puede convertirse en un impulso para la fe.
Práctica: Incluso en la Biblia encontramos no sólo hombres, sino especialmente mujeres, que dan testimonio de la fe: En el Evangelio de Juan, Marta confiesa a Cristo incluso antes que los apóstoles (Juan 11:27), y María Magdalena es nombrada por Juan como la primera testigo de la resurrección (Juan 20:18).
María Magdalena podría describirse como la primera catequista, ya que fue la primera en proclamar el mensaje de la resurrección.
Como se ha descrito anteriormente, las mujeres también desempeñaban funciones de catequesis en las iglesias que conocemos en las cartas de Pablo.
Si nos remontamos a la historia de la Iglesia, las mujeres y los hombres que murieron como mártires son personas que dieron un testimonio especial.
Pero las mujeres y los hombres que fundaron escuelas también dieron testimonio de su fe. Para ello, además de la formación correspondiente, se requiere la autorización del obispo y, para una cátedra en una universidad, el Nihil Obstat de Roma. Por tanto, este ámbito está mucho más marcado por las exigencias del oficio eclesiástico que Koinonia y Diakonia.
Leiturgia – Celebrar la vida y la fe
Funciones pastorales básicas: En sus cultos, los cristianos celebran la devoción de Dios por Jesucristo en el Espíritu Santo y la vida que comparten entre sí y que les ha sido prometida. La liturgia es a la vez una confirmación y una afirmación de la fe. También simboliza cómo debe ser la vida cristiana. La liturgia es un acontecimiento holístico que contiene elementos cognitivos, emocionales y pragmáticos y enseña actitudes humanas y cristianas básicas.
Práctica: A diferencia de las tres prácticas básicas descritas anteriormente, la de la liturgia se caracteriza en gran medida por la presencia de una consagración. Durante mucho tiempo, las mujeres -con excepción del sacristán o la señora de la limpieza- estuvieron excluidas del santuario. Sólo desde el Concilio Vaticano II, que hizo hincapié́ en el sacerdocio de todos los creyentes (Lumen Gentium 10-12), las mujeres y los hombres no ordenados han participado activamente en la liturgia como lectores o asistentes a la comunión.
Desde 1992, también se permite oficialmente que las niñas sean monaguillos: en Alemania lo son desde hace mucho tiempo y el año pasado también las vi en la India, y no sólo en la ordenación de un obispo: Las monaguillas son ahora algo normal.
La importancia de la experiencia y la tensión entre el ministerio de la catequesis y el ministerio de la liturgia
La importancia de las experiencias para la fe
Se propone Kaupp sensibilizar a la gente sobre el hecho de que la exclusión de las mujeres también ha excluido las experiencias de las mujeres durante siglos, como muestran los ejemplos anteriores, y que esto sigue siendo válido hoy en día, aunque haya excepciones.
Esto es lo que dice el Directorio Catequético (2020): «La experiencia humana es constitutiva para la catequesis tanto en su identidad y su proceso como en términos de contenido y método, porque no es sólo el lugar donde resuena la Palabra de Dios, sino también el espacio en el que Dios habla. La experiencia del individuo o de la sociedad en su conjunto debe abordarse desde una actitud de amor, aceptación y respeto. Dios actúa en la vida de cada persona y en la historia, y el catequista, guiado por el estilo de Jesús, se deja alcanzar por esta presencia. Esto nos libera de ver a la persona y a la historia como meros destinatarios de la oferta y nos abre a una relación reciproca de diálogo en la que se escucha lo que el Espíritu Santo ya está́ obrando silenciosamente.» (n. 197).
El hombre como norma – las mujeres están «incluidas»
Durante siglos, los hombres fueron considerados la norma, y no sólo en teología. En medicina, por ejemplo, durante mucho tiempo no se prestó́ atención a si los medicamentos funcionaban de forma diferente en hombres y mujeres. Kaupp comenta a este respecto algunos aspectos litúrgicos:
- En la misa, la celebración litúrgica central, los textos bíblicos se interpretan casi siempre con el trasfondo de las experiencias masculinas hasta nuestros días.
- Durante mucho tiempo, ni siquiera se dirigían a las mujeres, que debían sentirse incluidas como hermanos. Sólo los últimos leccionarios utilizan la forma de dirigirse «hermanos y hermanas» en las cartas de San Pablo.
- La selección de textos bíblicos en el leccionario también demuestra una forma de invisibilidad. Las figuras femeninas del Antiguo Testamento apenas aparecen en las lecturas de los domingos.
- La concelebración se considera un signo de comunión eclesial, pero no hay ninguna mujer presente.
Alternativas específicas para mujeres
Una forma en que las mujeres aportan sus experiencias vitales litúrgicamente es a través de los servicios sin Eucaristía, en los que las mujeres toman la iniciativa. Se diferencian, entre otras cosas, en que las figuras femeninas bíblicas o las mujeres especiales de la historia de la Iglesia ocupan un lugar central y en que el lenguaje incluye a las mujeres.
Dios ya no sólo es descrito como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, sino también como el Dios de Sara, Rebeca y Raquel, ya no sólo como el Dios de nuestros padres, sino también como el Dios de nuestras madres. Pero estas formas se ven muy a menudo con ojos críticos, también porque sólo las mujeres lo celebran.
Las mujeres asumen ministerios no vinculados a la ordenación
Recuerda Kaupp que sólo los ministros ordenados están autorizados a administrar sacramentos o, en el caso del matrimonio, a asistir. El bautismo es un caso especial, que cualquier cristiano puede administrar en caso de emergencia. En el caso del bautismo y de la asistencia al matrimonio, los hombres casados también tienen una dignidad como diáconos de la que están excluidas las mujeres. Las mujeres pueden dirigir devociones. Debido a la escasez de sacerdotes, pueden predicar en una liturgia de la palabra los domingos, pero siguen excluidas de interpretar el Evangelio en la misa.
Según el derecho canónico, los laicos pueden desempeñar ministerios eclesiásticos (can 228§1, can 245f CIC). Sobre esta base y la teología del sacerdocio común de todos, las mujeres y los hombres de la pastoral en Alemania están encargados de presidir funerales y, desde este año, también de celebrar bautismos en dos diócesis.
La tensión entre catequesis y liturgia
Para Kaupp, la catequesis hace hincapié́ en la comunión de todos; a los confirmandos se les dice que comparten el sacerdocio común. Las mujeres preparan a los niños para la Primera Comunión o a los jóvenes para la Confirmación, pero la celebración litúrgica la dirigen los sacerdotes. Los catequistas no tienen ninguna función litúrgica y no siempre se honra su labor de catequesis.
Las mujeres ofrecen asesoramiento pastoral a los enfermos o en crisis, pero no pueden administrar la unción de los enfermos ni oír confesiones. En su lugar, tienen que remitir a las personas a un sacerdote al que puede que ni siquiera conozcan. Una de las consecuencias es que se prescinde especialmente del sacramento de la penitencia.
Conclusión
En resumen, existe una tensión entre el hecho de que tanto las mujeres como los hombres están hechos a imagen de Dios y el hecho de que las mujeres tienen bastante menos voz y menos voto en la toma de decisiones porque siempre son laici fideles.
Kaupp concluye recogiendo lo que afirma un documento del Camino Sinodal de Alemania: «Porque todos son uno en Cristo Jesús, la no admisión de las mujeres al ministerio eclesiástico ordenado requiere urgentemente una renovada revisión teológica y antropológica a la luz de los actuales signos de los tiempos. Vivir la igualdad de género en el sentido de las instrucciones de Dios, tal como se transmiten en la Biblia, en los cambiantes contextos culturales y sociales, constituirá́ la base para el futuro curso de acción en la Iglesia Católica Romana».
Liturgia, catequesis y familia
La última conferencia del día fue a cargo de Carl-Mario Sontana, profesor de catequesis y educación católica en la Universidad de Malta, y elegido en la Asamblea del Equipo Europeo de Catequesis presidente del mismo en este congreso.
Comenzó Carl-Mario Sultana su ponencia recordando que “la Iglesia siempre ha considerado a la familia como el foro privilegiado donde puede tener lugar la transmisión de la fe, haciendo de la familia una escuela donde se imparten la fe y la tradición viva con el objetivo de, desafiar, mediante la fuerza del Evangelio, los criterios de juicio de la humanidad, determinando valores, puntos de interés, líneas de pensamiento, fuentes de inspiración y modelos de vida. De hecho, el papel de la familia en la evangelización ha sido siempre un tema destacado en los documentos de la Iglesia. Recordó también lo que al respecto dicen algunos documentos magisteriales como Familiaris Consortio y los directorios catequéticos.
Especial importancia tiene para Carl-Mario Sultana el que hoy se habla de la familia como Iglesia doméstica. Se trata de un término que se encuentra en Lumen Gentium y que fue recogido en varios otros documentos de la Iglesia. Se utiliza principalmente para demostrar que la familia debe considerarse como una Iglesia en miniatura. En este sentido, se habla de la familia como la primera institución para la formación cristiana de los hijos. La familia 4ene un papel primordial e insus4tuible en la evangelización de la prole.
Catequesis y Liturgia
Explicó Carl-Mario Sultana como “la liturgia no es sólo la celebración de ritos. Al igual que la catequesis, a su manera, la liturgia pretende aumentar la relación del ser humano con Cristo”. Y se pregunta: “Si la liturgia es sólo la celebración de ritos, ¿de dónde pueden encontrar su significado los símbolos utilizados en la liturgia? Si la catequesis no está́ orientada a explicar la riqueza y la profundidad de los símbolos utilizados en la liturgia, ¿cómo se puede vivir la liturgia de manera plenamente consciente y activa?”.
Por tanto, “la liturgia y la catequesis ya no pueden considerarse dos funciones y ministerios separados en la Iglesia. Es en el contexto de la familia donde liturgia y catequesis pueden confluir. Es aquí́ donde la familia, la liturgia y la catequesis se unen de manera sinérgica y se convierten en vehículos de transmisión de la fe y de la tradición viva de la fe”.
Las raíces judías de los efectos sinérgicos de la liturgia, la catequesis y la familia
Explicó Sultana que si bien el judaísmo siempre ha considerado a la familia como la entrada primaria para la educación religiosa de los niños, sin embargo, no se puede negar la importancia de la sinagoga y de otros establecimientos judíos. Y ahondo en dos momentos litúrgicos muy importantes que se celebraban en los hogares judíos: la celebración y observancia semanal del Shabat y la celebración anual del Pésaj:
- El Shabat conmemora la culminación de la obra creadora de Dios. La celebración del Shabat no sólo prohíbe de una serie de actividades que podían realizarse en otros días, sino que era un momento en el que toda la familia judía se reúne y descansa en un ambiente de paz. El inicio del Shabat se celebra con el encendido de las velas del hogar por parte de la madre, responsable de la espiritualidad dentro del hogar judío. Tras el encendido de las velas, la familia bebe un vino dulce de una copa: el Kiddush. Durante la celebración semanal del Shabat, las familias judías hacen tres comidas en lugar de dos, una de las cuales incluye pan y la recitación de una bendición especial sobre los hijos: hijos para que crezcan y se parezcan a Efraín y Manasés, mientras que a las hijas se las bendice pidiendo a Dios que las haga semejantes a las cuatro matriarcas: Sara, Rebeca, Raquel y Lea.
- El Pésaj conmemora la liberación del pueblo judío de la esclavitud en Egipto. Tiene lugar en el hogar y, durante la celebración, todos los miembros de la familia desempeñan un papel activo. El punto culminante del Pésaj son las cuatro preguntas sobre el porqué́ y el cómo de la celebración especial. Las formula el más joven de los comensales. Es aquí́ donde el padre y los demás par4cipantes en la celebración intervienen para explicar y ofrecer una catequesis a las generaciones más jóvenes presentes en la comida. A través de esta catequesis en familia, la historia y la cultura del pueblo judío se transmiten a las generaciones más jóvenes en el contexto del hogar y se adornan con numerosos gestos, signos y símbolos rituales, celebrativos y litúrgicos: la bebida de las cuatro copas; el plato del séder, la Matzá, la explicación de los alimentos que se consumen a continuación, especialmente el cordero del sacrificio.
De la familia judía a la Iglesia doméstica
Explica Sultana que San Justino Mártir, en su Primera Apología, relata con bastante detalle cómo los primeros cristianos se reunían y celebraban la Eucaristía en un ambiente familiar, después de leer las Escrituras.
Fue en el hogar y en el entorno familiar donde se formó́ originalmente la Iglesia. Las persecuciones de los siglos II, III, y IV, hicieron también que la liturgia quedara relegada a los hogares de los creyentes, que la guardaban como un secreto muy íntimo. A pesar de ello, la mayor preocupación de los fieles era cómo transmi4r la fe a los demás miembros de la familia. Después del bau4smo, el hogar era el lugar donde se alimentaba la fe del individuo y donde crecía junto con el resto de las personas que vivían en la vivienda.
El catecumenado y su desaparición
Recuerda Sultana que en la Iglesia primitiva, los cristianos no podían expresar su fe de forma pública a causa de las persecuciones de que eran objeto, el catecumenado se vivía de forma privada y no parecía haber distinción entre liturgia y catequesis durante este periodo formativo. Hasta la época de Constantino, el hogar era el escenario principal donde florecía, crecía y se sostenía la fe cristiana.
Fue la paz de Constantino, con el Edicto de Milán (313), lo que provocó un cambio drástico en todo. Ahora el cristianismo era considerado como la religión del Imperio Romano. Además, con la afluencia de un gran número de personas al cristianismo, el proceso del catecumenado ya no era fácil de mantener, y ante la cantidad, la calidad se vio comprometida. Fue durante este periodo cuando el catecumenado empezó́ a perder su vivacidad y su dinamismo pastoral, en favor de una iniciación más rápida en la Iglesia. La defensa de
San Agustín del bautismo de niños y su doctrina del pecado original hicieron que éste se normalizase. Una vez más la familia se convirtió́ en la cuna donde se encendía la fe en los hijos. Pero el vínculo entre la liturgia y la catequesis en el catecumenado se perdió́, puesto que la catequesis que comenzó́ a impartirse ya no estaba vinculada al sacramento del bautismo y a lo largo de las épocas, con la separación de la catequesis y la liturgia, la familia dejó de ser el espacio donde la catequesis y la liturgia podían confluir de forma armoniosa.
Y esto, añade Sultana, trajo consigo una desvinculación radical entre la liturgia, la catequesis y la familia. Con esta separación de la catequesis y la liturgia de la familia, conseguimos el desarrollo de dos aspectos paralelos en la Iglesia: la delegación de la catequesis de los niños a terceros ajenos a la familia; y la segregación y relegación del aspecto litúrgico al templo, sin más referencia a él en la familia. Esto ha llevado a intentar educar a los niños para la fe durante el proceso de catequesis sin que tengan un primer anuncio.
Propuestas para nuestra época
Para Sultana este es el momento para situar la liturgia y la catequesis en el ámbito de la familia, que asume la responsabilidad de ser la primera en ofrecer catequesis a los niños, y de una restauración de la liturgia en el seno de la familia. Hay muchos casos en los que la familia puede ser un catalizador para unir la liturgia y la catequesis. Sultana se atreve a dar algunas recomendaciones para que la familia puede unir la catequesis y la liturgia de forma armoniosa.
- Misa con niños: La celebración dominical semanal con niños, puede ir precedida por una catequesis tanto a ellos como a sus padres, con recursos para completar en casa con el resto de la familia.
- El sacramento de la Reconciliación: Celebrar el sacramento de la confesión en familia, aunque sea individualmente como exige la prác4ca litúrgica, ofrece muchos beneficios para la catequesis familiar.
Oración diaria en familia
Asegura Sultana que el ambiente familiar ofrece muchas posibilidades de oración, y el hogar se convierte no sólo en el lugar donde los niños pueden aprender a rezar, sino donde pueden experimentar realmente con la oración. Una finalidad importante de la oración de la Iglesia doméstica es la de servir de introducción natural de los niños a la oración litúrgica de toda la Iglesia, tanto en el sentido de preparación a la misma como de extensión a la vida personal, familiar y social. De ahí́ la necesidad de una participación gradual de todos los miembros de la familia en la Eucaristía, especialmente los domingos y fiestas.
También comentó Sultana el valor de las oraciones diarias antes y después de las comidas, al levantarse por la mañana y antes de acostarse por la noche. Estas pueden convertirse en rituales que unan a la familia en una para-liturgia que prepare el camino para una catequesis litúrgica sobre la oración, el ritual y la liturgia. También la celebración de la liturgia de las horas en familia prepara a toda la familia para el culto de toda la comunidad.
Celebración de ocasiones familiares especiales
Explica Sultana que la vida familiar ofrece muchas posibilidades de celebrar ocasiones particulares mediante celebraciones litúrgicas normales, como el bautismo, la confirmación, el matrimonio, aniversarios específicos y funerales. Y dan pie a lo que se denomina catequesis ocasional, que puede ser organizada tanto por la parroquia como en el seno de la familia. Sin embargo, hay un componente muy fuerte que puede ser preparado por la propia familia. Se puede mencionar la preparación de las lecturas para la liturgia y la explicación de los símbolos. De este modo, la catequesis, la liturgia y la familia vuelven a unirse, y la familia y la liturgia se convierten, cada una a su manera, en fuentes de catequesis.
También, añade Sultana, se puede mencionar la despedida y/o el regreso de un miembro de la familia, ya sea por estudios o por trabajo. Estas también pueden celebrarse mediante celebraciones paralitúrgicas que emulen la despedida y el regreso de una persona de la familia.
Observaciones finales
El hecho de que la familia haya delegado en terceros su papel primordial de catequista de los niños es el principal obstáculo que hay que superar. Nunca se exhortará lo suficiente a la familia para que vuelva a asumir esta responsabilidad. Sin embargo, son alentadores los numerosos casos que nos rodean en los que la familia se implica activamente en la formación de los hijos, restableciendo así el vínculo original entre catequesis y liturgia. Sólo cuando se
asume esta tarea de manera comprometida, la catequesis en la familia se convierte en una acción litúrgica, y la liturgia vuelve a ser catequesis.
Durante el resto del día los congresistas visitaron las minas de Sal de Torba y las iglesias de la ciudad de Cluj.
Domingo 2 de junio de 2024
Por la mañana los congresistas fueron a celebrar la eucaristía en la cripta de la nueva Catedral greco-católica de Cluj (aún en construcción), presidida por el obispo motropolitano Claudiu Lucian Pop.
Síntesis final. Equipo Europeo de Catequesis (texto completo)
José María Pérez, hermano de la Salle, director del Instituto San Pío X, y miembro del Consejo Ejecutivo del Equipo Europeo de Catequesis, hizo una síntesis del Congreso:
Una introducción lasaliana
Cuando nos reunimos en el Comité para preparar el Congreso se me asignó hacer la síntesis final y recuerdo las palabras que se dijeron: “Sería bueno que un laico hiciera la síntesis en un Congreso que habla de Liturgia”. Aquí tenéis a un religioso perteneciente a un Instituto que ha mantenido durante más de 300 años su identidad laical (y no ha sido fácil…) y, donde curiosamente, el único clérigo ha sido su Fundador, San Juan Bautista de La Salle.
Al empezar a preparar esta síntesis recuerdo la anécdota que me contó mi antiguo Superior General el Hermano Álvaro Rodríguez Echevarría (Superior desde el año 2000 al 2014) cuando contaba que fue elegido por sus compañeros, Presidente de la Unión de Superiores Generales (por cierto, el Padre Kolvenbach S.J., fue elegido vicepresidente) y el “grave” problema que provocaba cuando iba al Vaticano a ciertas reuniones previstas allí. Al final de las mismas solían tener una Eucaristía y no sabían donde poner al Hermano en la celebración al ser el Presidente pero, al mismo tiempo, no ser sacerdote. Como decía, con buen humor mi Superior: “esta situación me permitía no dejar sola a la Presidenta de la Unión de Superioras Generales”.
Permitidme que ya que estoy hablando de mi Instituto cuente una bonita historia de San Juan Bautista de La Salle y que nos introduce muy bien en el tema que hemos visto estos días. El fundador hace el siguiente racionamiento: tengo que salvar a los niños pobres que vagabundean por las calles de Reims (Francia) y les debo dar educación cristiana para convertirlos en buenos ciudadanos y buenos cristianos. Para ello necesito maestros vocacionados que vivan en comunidad. Nace así una comunidad, no de maestros, sino de Hermanos para una misión concreta (la escuela cristiana).
En la reflexión posterior, aquellos Hermanos intentan, a través del diálogo, buscar una identidad propia distinta a la del clérigo y a la del laico. Como es natural, muchos le interrogan y le dicen: “Pero, siendo hombres, ¿por qué no sois sacerdotes?” Es famosa la respuesta que La Salle le da a un párraco llamado Baudrand allá en el lejano s. XVII donde, en resumidas cuentas, le dice: “No hay sacerdotes en la comunidad porque quiero comunidades fraternas donde todos se consideren iguales y si en la comunidad hay clérigos comenzarían a haber diferencias de “status” y, segundo razón, la vida del Hermano-catequista es tan comprometida y absorbente que no tiene tiempo para realizar otras funciones en la Iglesia”.
En este sentido, es muy curioso el hecho que en las escuelas lasalianas de los comienzos se dedicaba mucho tiempo a la lectura y escritura, porque si no se sabía leer y escribir aparte de no poder hacer nada en la vida, no puedes leer y estudiar el catecismo. Se dedicaba un pequeño tiempo, al catecismo y al final de la mañana, se programaba el momento fundamental del día que era que todos los niños iban a la parroquia a la Eucaristía acompañados por los Hermanos.
Para La Salle, aparte de la importancia en sí de la Eucaristía, la celebración tenía un valor catequético extraordinario. Los niños tienen que estar atentos y el Hermano debe explicar a sus alumnos todo lo que acontece en todos los momentos de la misa. ¿Cómo podrá vigilar a los niños, cómo les explicará el sacramento si está en el altar?
Como vemos ya en el siglo XVII-XVIII esté genial santo ya relacionaba: comunidad- misión-catequesis-liturgia.
En Cluj-Napoca
En el encuentro de Bruselas pasado se contactó ya con Martian y Nicoletta para la realización del encuentro de 2024 en Rumanía. A la hora de decidir el tema se pensó en la liturgia porque, aparte de ser una de las propuestas más votadas en el último encuentro, pensábamos que Rumania sería un lugar ideal para tratar este tema ya que tiene más tradición que los países de Europa Occidental.
Ya lo indicó Monseñor Claudiu en la solemne apertura cuando dijo que “para la Iglesia en Oriente el lugar principal de la catequesis es la liturgia” para más tarde decir “que en nuestra tradición encontramos un anticipo de una catequesis de vanguardia, porque el valor de la imagen en la comunicación moderna enlaza con nuestra tradición iconográfica. Ya nuestros iconos eran tocados para abrirnos a otro mundo. Requiere una actitud especial ver los iconos. No se ven para contemplar su valor artístico sino para acceder al misterio de Dios al que el icono nos remite”.
Para mí y para algunos con los que he hablado y espero que para todos este Congreso ha sido enriquecedor al conocer realidades de Oriente que, por nuestra lejanía occidental, no conocíamos. En este sentido destaco la ponencia de Christian Barta donde se propuso ilustrar el papel de la catequesis en la formación y promoción de la identidad de la Iglesia greco-católica rumana indicando además que la catequesis no puede separarse de la iconografía, la liturgia y la espiritualidad.
También resultó interesante la aportación de Liviu Viducan sobre la liturgia y catequesis en la Iglesia ortodoxa. Con todo lujo de detalles históricos nos vino a presentar el papel y el simbolismo de la Santa Liturgia y como la catequesis litúrgica ha tenido un rol fundamental en la preservación de los valores cristianos ortodoxos de generación en generación incluso en los difíciles 50 años de comunismo. Me resultó llamativo todo el esfuerzo catequético realizado por la Iglesia ortodoxa a partir del punto 0 de la verdadera democracia que fue el año 1989.
Los problemas técnicos fueron subsanados para tener información sobre la Iglesia Husita Checoslovaca. Tercera iglesia más numerosa de la República Checa. Nuestros dos amigos checos nos compartieron diversos aspectos de su Iglesia incluyendo entre ellos la reforma de la liturgia, su adaptación pastoral a los niños, las escuelas dominicales, sus catecismos, la introducción del catecumenado y la preparación de los sacramentos.
Especialmente sugerente me pareció la conferencia sobre la dimensión catequética del icono en la Iglesia greco-católica. Tenía especial interés por este tema ya que desde muy pequeño en mi casa familiar teníamos muchos iconos y en la capilla comunitaria tenemos uno muy famoso “El icono de la Trinidad”. Me gustó mucho esta frase al comienzo de la relación: “Los iconos están vivos porque nos hablan de hombres y mujeres que creyeron, dudaron y esperaron”. Los iconos son un lugar catequético. Y así lo descubrimos en la visita realizada ayer por la tarde a la Iglesia greco-católica Bob.
Recuerdo el texto del DC: «Las imágenes del arte cristiano, cuando son auténticas, permiten intuir, mediante la percepción sensible, que el Señor está vivo, presente y actuante en la Iglesia y en la historia. Son, por tanto, un verdadero lenguaje de fe”.
Desde los orígenes del cristianismo la imagen ha sido utilizado por los catequistas. En la Biblioteca del Instituto San Pío X tenemos guardados, como una joya, varios pictogramas que eran dibujos de los misioneros españoles que fueron a América en siglos pasados y, al no poder comunicarse con los indígenas por desconocer su lengua, lo hacían a través de dibujos religiosos.
Tengo que terminar este punto añadiendo el carácter ecuménico que hemos dado a este encuentro. De los Congresos, en que yo he participado (desde 2006) creo que ha sido el más claro. En este sentido, como no recordar la solemne apertura con representaciones de tantas Iglesias hermanas. Ya lo decía Stjn en sus primeras palabras allí: “La dimensión ecuménica es también fundamental en nuestros encuentros. Estamos acompañados por seis confesiones cristianas. Tenemos muy presentes a nuestros hermanos ucranianos. Qué el Espíritu de Pentecostés nos guíe”.
Catequesis, liturgia y experiencia humana. Algunas ideas
El primer día del Congreso, Francia tuvo un gran protagonismo. Contamos con las aportaciones de Joel y Roland. Joel, especialista de historia de la catequesis nos dijo que «la historia de los vínculos entre catequesis y liturgia desde finales del siglo XIX ha sido negativa: no ha habido una evolución o progresión constante o lineal. Los términos azares, vacilaciones, incluso eclipse, se acercan más a la verdad de esta historia atormentada, lo que hace igualmente fascinante la historia de una evolución: la del pensamiento sobre la función iniciadora de la liturgia”.
En los interesantes momentos previos al Concilio Vaticano II tuvimos la suerte de contar con catequetas que marcaron la historia de la catequesis como Jungmann y Colomb. Éste último afirma el estrecho vínculo entre catequesis y liturgia. La liturgia nos hace ver, oír, caminar, juzgar y rezar los misterios. Para Colomb, los primeros años de catequesis debían girar en torno a los tiempos litúrgicos.
En sus intervenciones destacó a dos grandes pioneras, Françoise Derkenne y Hélène Lubienska de Lenval, en la renovación catequética en Francia. De Françoise Derkenne tengo un dato que aparece en su bibliografía y que complementa lo que ayer nos comentó Ángela Kaupp.
«En vísperas de la guerra se dio a conocer con la publicación de su principal obra «La vie et la joie au Catéchisme». Durante la guerra, estuvo en Barcelona, como directora de un pequeño internado francés. A su regreso a casa, las autoridades eclesiásticas le ordenaron que asistiera a los cursos regulares de teología, pero no pudo obtener los títulos correspondientes, ya que estaban reservados al clero» Françoise Derkenne: une pionnière, in Cse 38 (1998) 150, 10.
Pero, ¿qué ocurrió a partir del Concilio Vaticano II? Se produce la marginación de la liturgia a partir del desarrollo de la corriente antropológica de la catequesis. La tarea catequética de recoger la experiencia humana fundamental, profana y autónoma no podía basarse en la liturgia, que ofrece una experiencia ya configurada por la Biblia y el lenguaje de la fe”. En otra ulterior evolución el punto de partida de la catequesis es una idea o valor, a continuación, se toman ejemplos de acontecimientos de la vida y de extractos del Evangelio para finalizar con la celebración, que en muchas ocasiones no llegaba a producirse
Elena Massimi, que en su extenso documento nos ofrece, en una de sus partes, una evolución histórica con bastantes puntos comunes a la de Molinario, llega a la siguiente conclusión: “En mi opinión, […], liturgia y catequesis han ido por el mismo camino, en un horizonte más dualista y de oposición, que de conjunto: por un lado teología, catequesis, liturgia y por otro antropología, olvidándose que en la carne del hombre tiene lugar la Revelación”
Después de hacer este veloz recorrido de siglo y medio (1870-2020) Molinario terminó su intervención recurriendo a esta afirmación del Directorio de la Catequesis: «La Vigilia Pascual, centro de la liturgia cristiana, y su espiritualidad bautismal son fuente de inspiración para toda catequesis». Por eso “el enfoque basado en la relectura de la Vigilia Pascual sitúa la catequesis de iniciación donde la fe y la Iglesia nacen a sí mismas en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo, el primogénito de entre los muertos. El primogénito de toda la creación. Nacemos a la vida nueva en Pascua”.
Con el profesor del ISPC Roland Lacroix comenzó la segunda aproximación titulada contemporánea. Recuerda que el reciente “Directorio para la catequesis” habla de una especie de nuevo retorno a las fuentes de la catequesis. Para ello habla de tres puntos:
- Es necesario redescubrir, tanto en la catequesis como en el catecumenado, la acción mistagógica. Al igual que la catequesis, el catecumenado también ha sufrido su «eclipse litúrgico». Ha predominado la dimensión antropológica, como en la catequesis, pero también, y quizás, sobre todo, la dimensión pastoral.
- Catequesis inspirada en el itinerario ritual de la iniciación cristiana de adultos. La novedad del RICA reside en el hecho de que propone un «itinerario» que comprende «tiempos o periodos puntuados por celebraciones o etapas litúrgicas importantes», periodos y etapas que tienen una finalidad específica: iniciar a los catecúmenos en la vida cristiana. Pero, ¿se ha convertido de nuevo la Iglesia en iniciadora?
- En su opinión, una forma positiva de responder a esta cuestión es la de redescubrir la acción mistagógica como recurso catequético. Se trata de favorecer la «entrada» en el rito mediante una palabra catequética, de vivir el rito acompañado de su palabra específica, y de favorecer después la «salida» del rito mediante una nueva palabra catequética. Esta palabra catequética de «salida» permite significar el modo en que el rito puede desplegarse en la experiencia vital de las personas.
En este momento, quiero hacer memoria de D. Emilio Alberich, salesiano, fallecido el 9 de septiembre del 2022 en Sevilla. Fue presidente del EEC durante dos períodos desde 1974-1978 y desde 1994-1998. Recuerdo que su libro más famoso traducido en varios idiomas titulado en español: “La catequesis evangelizadora” hablaba en uno de sus capítulos sobre “La catequesis y liturgia” y empezaba diciendo que entre liturgistas y catequetas ha habido diálogo y tensiones. También Elena Massimi, liturgista, nos ha dicho una cosa parecida, pero al final de su exposición nos dice que estamos condenados a hacer un trabajo conjunto no solo liturgistas y catequetas sino también antropólogos, sistémicos, etc. basado en el diálogo y el apoyo.
La liturgia tiene en las circunstancias actuales una potencialidad importante en relación con el diálogo con la contemporaneidad. Sobre este punto, contaba en mi grupo del primer día la Eucaristía emotiva y significativa que tuvimos en la Universidad con la familia y los compañeros de una alumna de 18 años que decidió poner fin a su vida.
Aproximación histórica, contemporánea, ecuménica y una última aproximación la que llamamos “Christifideles Laici”. Angela nos hizo una aproximación seria, rigurosa y bien fundamentada sobre liturgia, catequesis y mujeres. No tengo mucho que añadir. Es un problema que tenemos planteado en la Iglesia. O mejor dicho es “el” problema. En el Directorio aparecen tres breves puntos a “la gran contribución de la mujer en la catequesis” (DC 127-129). Algunas catequistas con las que he hablado les parece que aparezca tan poco la mujer teniendo en cuenta que más del 85 % de las catequistas son mujeres. Para mí uno de los retos fundamentales de futuro es la formación teológica de la mujer.
Por último, Carl Maria nos vinculó liturgia, catequesis y familia. El tema de la familia también preocupa a la Iglesia y nos preocupa en el EEC que ya lo tratamos con amplitud en 2017 en Madrid. Después de la conferencia si recordáis vino un interesante diálogo sobre los tipos de familia y las dificultades tenidas para que esta institución fundamental realice su labor de transmisión de la fe y primer anuncio. La aportación de la conferencia se centró en lo que nuestras raíces judías nos pueden enseñar en esa transmisión de la fe, de la familia judía a la Iglesia doméstica y algunas propuestas prácticas.
Últimas palabras antes de terminar
Antes de terminar esta intervención quiero dar las gracias a Stijn por sus 9 años como presidente del EEC y también a todos los miembros del Comité que han estado estos años y con los que he compartido buenos momentos.
Hace unos años me pidieron que escribiera para la revista de pedagogía religiosa “Sinite” la historia del EEC y decía, entre otras cosas, lo siguiente:
“El Equipo Europeo de catequesis nace poco después del Segundo Congreso Internacional de Catequesis que tuvo lugar en Roma con ocasión de un encuentro de profesores de religión y de responsables de catequesis nacionales europeos. El primer encuentro tuvo lugar en 1951 en Estrasburgo (Francia) con representación de 16 personas de cinco países (Alemania, Austria, Bélgica, Holanda y Francia), el tema escogido fue “el sacramento de la penitencia”.
Y más adelante digo:
“En la época de la fundación, los miembros del EEC se conocían bien, por los numerosos contactos personales y profesionales, de esta forma el “Grupo de trabajo por la educación religiosa”, que era el nombre dado al EEC, comenzó por ser un grupo de amigos. Pronto el grupo se institucionalizó.
Quiero destacar dos ideas
- Que el próximo Congreso de 2026 será el del 75 aniversario y tendríamos que darle un realce especial para relanzar nuestro grupo. Estoy convencido que la reflexión catequética es más necesaria que nunca en la Iglesia y el EEC ha estado en la avanzadilla de esta reflexión. Por ejemplo, al dar el informe, con mucha razón, Stjin nos hablaba del Congreso de Lisboa y lo que ha supuesto la reflexión iniciada en aquel momento sobre “la conversión misionera de la catequesis”
- Que el EEC empezó siendo un grupo de amigos que reflexionaban sobre la catequesis y la enseñanza religiosa. Creo que somos un grupo de amigos/as y no lo debemos perder nunca. En el equipo europeo se vive la diversidad y catolicidad de la Iglesia (países, lenguas, carismas, vocaciones…) pero dentro de la unidad y, todos coincidimos que estamos apasionados por la transmisión de este tesoro que tenemos entre manos que es el Evangelio de Jesucristo.
Hasta aquí este breve resumen del Congreso. Doy la enhorabuena a Carl y su nuevo comité y les doy las gracias muy sinceras por haber aceptado este servicio.
Gracias