VIGÉSIMO SÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (A): CON TODOS

Isaías 5, 1-7; Filipenses 4, 6-9; Mateo 21, 33-43

HABLA LA PALABRA: La Viña del Señor

¿Que es la Viña del Señor? Se trata de una bellísimas alegoría bíblica para asignar al Pueblo de Dios, el de la Antigua Alianza, y el de la Nueva Alianza que, convocado por Jesucristo, no conoce fronteras, y que subsiste en su Iglesia.

  • La lectura del Profeta Isaías que hemos escuchado, y la del salmo 79 que hemos aclamado, nos revela que ya en la Antigua Alianza, el compromiso de Dios con su viña no tiene límites, aunque el compromiso del pueblo de Israel para con su Dios dejase mucho de desear.
  • Bien claro deja el Señor Jesús en el Evangelio de Mateo que hemos escuchado, que Dios nuestro Padre, el dueño de la viña, se la quiere arrendar, siguiendo esta analogía, a otros labradores. Es decir, la hace extensiva a todos los hombres y a todos los pueblos.
  • Y en su Carta a los Filipenses Pablo enumera las condiciones para que la Iglesia, la nueva viña del Señor, permanezca siempre fiel a la Nueva Alianza: estar al servicio de la verdad, de la justicia y de los valores que promueven y salvan al hombre de cada tiempo y de cada lugar. Es decir, que en la Nueva Alianza el compromiso del Pueblo de Dios para con él es inseparable del compromiso del Pueblo de Dios para con el hombre, y por tanto, con todos los hombres y todos los pueblos de la tierra.

HABLA EL CORAZÓN: No esta bien murmurar contra Dios

San Gregorio Magno explicaba esta parábola como relato “la historia de la salvación”: Si las primeras horas con los diversos periodos de la Antigua Alianza, la hora undécima comprende el tiempo desde la venida de Cristo hasta el fin del mundo.

  • Así, el trabajador de la mañana, de la hora de tercia, de sexta y de nona, es el pueblo judío, que por sus elegidos no cesa de trabajar en la viña del Señor, desde el principio del mundo, esforzándose en honrar a Dios con la rectitud de su fe.
  • Los gentiles son los llamados a la hora undécima, sin haber hecho esfuerzo alguno en ninguna de las tan largas épocas del mundo para cultivar su viña. ¿Y qué otra cosa significa la contestación Ninguno nos ha llamado a jornal, sino el que nadie les había predicado el camino de la vida?
  • Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. El mismo denario, que con tanto deseo estuvieron esperando todos, reciben tanto los que trabajaron a la hora undécima, como los que trabajaron desde la primera hora, porque igual recompensa, la de la vida eterna, consiguen los que fueron llamados desde el principio del mundo, como los que vengan a Dios hasta el fin del mundo.
  • Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario. ¿Cómo es posible que murmuren los que son llamados al Reino de los Cielos? Porque el que murmura, no recibe el Reino de los Cielos y el que lo recibe, no puede murmurar (…)
  • Y como nosotros recibimos la corona de la bienaventuranza por efecto de la bondad del Señor, añade: ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero?. Grande insensatez del hombre es murmurar contra la bondad de Dios. Porque podría quejarse de Dios cuando no le diera lo que le debe; pero no tiene motivo para formular sus quejas cuando El no da lo que no le debe. Por eso añade con tanta claridad: ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?

HABLA LA VIDA: Con todos, entre todos, para todos

Hoy no nos escandalizamos, como en el siglo I de que los gentiles sean llamados a la fe igual que los hijos de Israel. Pero a veces nos escandalizamos cuando nuestros hermanos más penetrados por la Palabra de Dios que nosotros, acogen a los más alejados de la fe y les piden, como hacía Jesús con los publicanos y las prostitutas, formar parte de la comunidad cristiana. Nos escandaliza que el Papa reciba a personas de moral pública cuestionable, o que en los grupos de nuestras parroquias y movimientos, porque como dice el Papa Francisco, la iglesia no es una “aduana”, no hagamos un test de idoneidad para que puedan formar parte de ellos todos los que se sientan atraídos por el Evangelio que queremos juntos entender y vivir mejor.

Hace unos años el Cardenal Carlos Osoro convocó tres años de discernimiento en la diócesis de Madrid (el PDE: Plan Diocesano de Evangelización) bajo el lema “Con todos, entre todos, para todos”. Al convocar a formar grupos (hubo casi mil grupos con más de diez mil participantes) para hacer este discernimiento, insistió en que el “con todos” significaba el deseo que de pudiesen participar, y así lo hicieron, personas alejadas de la fe y de la Iglesia, pero a las que el Espíritu Santo también podría iluminar para decir lo que hoy espera de nosotros. Algunos se escandalizaron, pero la única “infección” sufrida fue la que motivo a San Juan XIII a convocar el Concilio Vaticano II: abrir las puertas de la Iglesia para que entre aire fresco… Porque en ella todos son bienvenidos.

Manuel María Bru Alonso, delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid.