Autor: Gerald L. Bray y Tomas C. Oden
Título: El Credo comentado por los Padres de la Iglesia: 1 Creo en un solo Dios
Editorial: Ciudad Nueva
Hay, como en todo tipo de libros, unos criterios para “destacar” algunos títulos del conjunto de libros religiosos que se publican todos los meses: porque son especialmente interesantes, porque responden sabiamente a cuestiones de rabiosa actualidad, porque su lectura es especialmente instructiva y/o reconfortante, o porque sencillamente son realmente necesarios, porque objetivamente llenan un vacío en la accesibilidad hacia el saber, y por tanto nos ofrecen un don impagable para aproximarnos más a una sabiduría que además es sublime y nos trasciende. Este es el caso del primero de los volúmenes de una nueva colección de Patrística entre las demás de Ciudad Nueva, en la vanguardia editorial sobre los Padres de la Iglesia.
Tras siete colecciones de libros patrísticos escritos por los mejores especialistas de las más prestigiosas universidades europeas y de Estados Unidos donde se estudian la historia, la literatura y la teología de los intelectuales cristianos de los primeros siglos (“Biblioteca patrística”, “Fuentes Patrísticas” -textos y estudios-, “Textos Patrísticos”, “Apócrifos Cristianos”, “La Biblia comentada por los Padres”, y “Conocer el siglo II”), nace esta nueva colección que nos permite ahondar uno a uno en cada uno de los artículos del Credo que confesamos los bautizados en Cristo desde la inmensa riqueza de su comprensión por parte de los primeros sabios y en su mayoría también santos que se atrevieron a explicarlo y a inculturarlo en la antigüedad. Y es que, como se señala en el prólogo, “el texto antiguo del símbolo niceno-constantinopolitano es la base más conveniente y fiable para mantener unido todo el tejido de la enseñanza primitiva del cristianismo. Después de cada frase del credo presentamos los pasajes doctrinales más importantes de los principales intérpretes de los primeros siglos cristianos. Se ofrece una amplia gama de cuestiones importantes de la teología cristiana primitiva, comentadas frase por frase, sobre el Credo niceno-constantinopolitano (el Credo de Nicea, del 325, y el Credo constantinopolitano de los 150 Padres, del año 381)”.
Y a la novedad de que todos podamos, sin ser ni investigadores ni eruditos, disponer para cada una de las afirmaciones de la confesión de la fe de estas fuentes patrísticas, se unen incontables caminos para el saber. Entre otros: escudriñar la esencia original de nuestra fe, afrontar el reto del ecumenismo de hoy desde el ecumenismo originario, y “vivir” el credo desde la experiencia de aquellos que “pronunciaban esta palabra incluso con riesgo de sus propias vidas, bajo la amenaza de una posible persecución, tortura y muerte”. Por otro lado, fueron los Padres de la Iglesia los primeros en la historia de la humanidad en mostrar algo absolutamente inédito: una confesión objetiva de la fe: “Ni el judaísmo, ni ninguna religión o filosofía pagana, pretendían tener un conjunto de creencias claramente definidas que todos los que la abrazaban debían públicamente profesar y defender”.
Y como el credo empieza por lo más importante, por confesar la fe en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, revelado por el Hijo, este primer volumen nos descubre como los Padres de la Iglesia se atrevieron a hablar del indecible y a mostrar al invisible. Así, por ejemplo, San Agustín nos dice: “Bueno es esto y bueno aquello; prescinde de los determinativos esto o aquello y contempla el Bien puro, si puedes; entonces verás a Dios, Bien participado, Bien de todo bien (…) Dios se ha de amar, pero no como se ama esté o aquel bien, sino como se ama el Bien mismo. Busquemos el bien del alma, no el bien que aletea al juzgar, sino el Bien al cual se adhiere el amor. Y ¿qué bien es ese sino Dios?”