Los turistas descubren el arte sacro

La Vanguardia 13/817

Jóvenes voluntarios hacen de guías por las iglesias de Barcelona

Contra la turismofobia, acogida y hospitalidad. Lo han practicado este verano tres jóvenes voluntarios de distintas nacionalidades en la parroquia de Nuestra Señora de Belén. Su trabajo como guías ha permitido ofrecer una mirada distinta de la ciudad.

Carlotta, Lea y Javier han dedicado su tiempo a enseñar algunas de las iglesias más emblemáticas de la ciudad para recordar y dar a conocer las raíces cristianas de Europa. Una iniciativa inédita en Barcelona, que lleva el sello de la asociación cultural Nártex, miembro de la Asociación Europea Arts et Fides. Un trabajo que han coordinado Isabel Fernández y María del Mar Vives desde Madrid y Barcelona, respectivamente.

“Las iglesias no son museos ni mausoleos. Están vivas”. Lo dice Carlotta Corbetta (Milán, 1993). Este es el quinto verano que participa en el programa europeo, tras sus experiencias en Grenoble, Florencia, Oxford y San Marcos de Venecia. “Es un proyecto ecuménico, en colaboración con las iglesias protestantes”, añade.

Carlotta es licenciada en Filología Inglesa y Francesa por la Universidad Católica de Milán, unos estudios que le han sido de gran utilidad a la hora de ofrecer estas visitas guiadas en inglés, francés, italiano y español, que se desarrollaban por espacio de una hora.

El lugar de salida ha sido invariablemente la iglesia de Nostra Senyora de Betlem, cuyo interior, totalmente remodelado, es un reflejo vivo de la historia de los jesuitas en Barcelona. Hasta seis grupos de turistas salían a diario desde delante de la esplendorosa fachada barroca del templo barcelonés guiados por los tres voluntarios.

Grupos de cuatro y hasta 12 personas. Ingleses, franceses, escandinavos, italianos, estadounidenses, sudamericanos o alemanes. De estos últimos se encargaba Lea Daudin (Dijon, 1995). Esta joven francesa, que acabó en mayo su master en Biología, transmitía a los germanos la herencia cultural y espiritual de los templos barceloneses. “Y cuando mi alemán no daba más de sí, les entregaba trípticos informativos”, explica la bióloga.

Los turistas se han sentido

como en casa. Y los voluntarios han visto al visitante como alguien valioso, que se interesa por Bar­celona y desea aprender. El sa­cerdote Carlos Palos, colaborador de Nártex, lo explica muy bien: “Un turista, para un cristiano, no es, sin más, alguien al que le puedo sacar dinero, ni alguien que viene a molestarme. Es un hermano que pide hospitalidad y la hospitalidad, como insiste el papa Francisco, es algo sagrado, pues la Iglesia es un hospital de campaña”.

Los recorridos consistían en un itinerario por los principales vestigios cristianos de Barcelona, desde la catedral hasta Santa Maria del Pi, Santa Maria del Mar, Santa Anna, Sants Just i Pastor para regresar de nuevo a Betlem.

“Cuando los turistas dicen sí, la cosa va de bien a mejor”. Javier Navarro (València, 1996) dejó la arquitectura y estudia Teología en el seminario de València. “Es mi primer año en el proyecto, pero es muy enriquecedor porque se unen mis dos pasiones: la arquitectura y la teología”. Este joven seminarista es fiel al lema de Ars et Fides: “Hacer hablar a las piedras”. “Se trata de ver que hay detrás de estas iglesias, de comprender mejor el patrimonio de la Iglesia”. Lo cual no es óbice para que en estas visitas guiadas se planteen preguntas sobre la Virgen María, los sacramentos, la Contrarreforma. “Vienen estas preguntas sobre todo por parte de turistas protestantes. Ante un templo como Betlem, algunos me preguntan: ¿Por qué somos diferentes?”.

Unas visitas que no sólo sirven para esclarecer dudas e incertidumbres sobre la fe. “Cuando enseñaba las iglesias veía el interés que ponían los turistas y como iba creciendo su entusiasmo”, explica Lea. “Al menos, con nuestra información, sabían lo que fotografiaban”, tercia Carlotta.

Con Nártex han colaborado las religiosas de Valldarques y mosén Joan Costa, rector de Betlem, especialista en doctrina social de la Iglesia. “Ofrecer un servicio así por parte de la Iglesia ha sido un regalo. Para estos turistas ha sido otra forma de conocer la fe a través de la belleza y el arte”, explica. “He quedado impactado por el resultado. Creo que este servicio de acogida tendría que ser permanente en las principales iglesias de Barcelona”.