«Hospitalarios, las Manos de la Virgen»: Catequesis viva y emocionante de un gran tesoro de Lourdes
El documental se estrenará el próximo 17 de mayo
Dirigido por Jesús García, autor de best-seller religiosos como Medjugorje o ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?, este documental logra captar qué es Lourdes, un lugar en el que los enfermos tienen un lugar preferente. Y lo hace acompañando a los Hospitalarios que desde Madrid acompañan a un grupo de enfermos hasta este santuario francés.
La comunión entre hospitalarios y enfermos
Partiendo de la base narrativa de algunos de estos hospitalarios, personas normales con sus trabajos y sus preocupaciones que durante unos días dejan todo para dedicarse a servir a otros durante toda la jornada, se presenta esta bella labor de entrega al otro. Ni se esconde ni se disfraza nada. Se habla de cambiar pañales y hacer camas, pero también de cantar y bailar. Aunque sobre todo de hablar, escuchar, disfrutar y más que nada aprender de los enfermos, auténticos testimonios de vida.
De hecho, una de las grandes virtudes que presenta este documental es cómo presenta esta relación entre los hospitalarios y los enfermos, la comunión que se genera entre ellos.
«Yo me he curado»
Pero más que nada destaca el hecho de cómo el testimonio de personas con parálisis cerebral o distrofia muscular logra arrancar las lágrimas y pocos segundos después una sonrisa. Esto es precisamente Lourdes. Uno de ellos, Antonio, afirmaba: “Yo me he curado. Sigo en la silla de ruedas, pero me he curado el alma. Que me hacía más falta todavía. Y ellos, los voluntarios, son una parte muy importante para poder venir. Yo siempre digo que, a través de ellos, la Virgen nos cuida. Ellos son las manos de la Virgen”. Y lo contaba con una gran sonrisa en la cara. Porque aunque se dan los milagros físicos es el plano espiritual el que transforma.
Otro de ellos, Sergio, confesaba cómo en Lourdes ha aprendido a cargar con su cruz, a encontrarse con Dios y la Virgen a través de sus sufrimientos pese a apenas poder hablar y moverse en otra silla de ruedas. Aun así puede decir convencido que “Dios me ama más que nada”.
La dignidad humana de todo hombre
Por ello, esta filmación que ha sido grabada principalmente en Lourdes es buena para ver en familia, colegios o parroquias, pero sería bueno y necesario que también pudieran visionarla en el Congreso y en tantos lugares donde se fraguan las leyes, pues los protagonistas muestran en un momento de ataque a la vida humana, desde el principio al final de la vida, la dignidad del ser humano en todo su esplendor. Para lo que unos son desechos de la sociedad en Lourdes son el centro y el sentido de todo.
Otro aspecto llamativo de Hospitalarios, las Manos de la Virgen son las sonrisas. En medio de mucho sufrimiento se ve alegría. Por parte de los enfermos, pero también de los voluntarios que hacen jornadas maratonianas para servirlos.
De este modo, se recorre también lo que pasa por la cabeza de estos hospitalarios, muchos de ellos jóvenes. La clave de todo la da uno de ellos. Es ver a Cristo en el otro. Nada más y nada menos. Salir de uno mismo es necesario, pero la diferencia es que cuanto más se sale más se recibe por parte de Dios a través de las personas a las que ayudan.
Una catequesis viva
Mientras se producen esta serie de testimonios y experiencias, el documental también muestra Lourdes, la gruta ante la que tantos millones de personas han rezado a María, las piscinas en las que muchos se sumergen o el hospital en el que se alojan los enfermos.
Es así como Jesús García y su equipo de Gospa Arts, con la colaboración de Fundación Cari Filii, consigue que la casi hora y media que dura el documental discurra de manera veloz aunque con una gran profundidad, pues no cabe olvidar que aunque quizás no fuera su objetivo este filme es una auténtica catequesis viva.
Así lo confiesa el propio director: “No me atrae el mundo del ‘enfermo’ ni los voluntariados vinculados a sus cuidados. Pero, desde la primera vez que fui a Lourdes con la Hospitalidad de Madrid, ya que no valgo para hacer esa labor tan abnegada y necesaria, quise contar la historia de los que sí que lo hacen. Poco a poco fuimos grabando y, a cada paso que dábamos, el proyecto crecía, y nosotros nos hacíamos pequeñitos a su lado. Ahora que veo el documental terminado me parece muy poco comparado con lo que ellos, enfermos y hospitalarios, me han dado. Tan sólo aspiro a que sirva para que haya gente que descubra que la dignidad humana y el valor de la fe están muy por encima de capacidades o discapacidades, de etiquetas y prejuicios. A mí ellos me lo han enseñado”.