CATEQUESIS PARA ADULTOS CON EL sexto CAPÍTULO de la Encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco
Capítulo sexto:
DIÁLOGO Y AMISTAD SOCIAL
PDF CON LA CATEQUESIS DEL CAPÍTULO SEXTO DE FRATELLI TUTTI: CATEQUESIS PARA ADULTOS CON EL SEXTO CAPÍTULO de Fratelli Tutti
PREPARACIÓN REMOTA: Antes de la reunión catequética, conviene que todos hayan leído el Capítulo 6 de Fratelli Tutti (números 198-224)
SESIÓN CATEQUÉTICA:
1º.- Tras implorar la presencia de Jesús en medio (Mt.18,20), se implora al Espíritu Santo el don del entendimiento.
2º.- El catequista presenta el capítulo y propone estas cuestiones para ser meditadas en silencio durante unos minutos:
A/ Comienza el capítulo diciendo que “no es” el diálogo. El diálogo no es monologo disfrazado de debate, y menos aún un monólogo que responde a intereses particulares, y no al bien común. El Papa lo describe a través de estas cuatro características:
- Descalificación: “Prima la costumbre de descalificar rápidamente al adversario, aplicándole epítetos humillantes, en lugar de enfrentar un diálogo abierto y respetuoso, donde se busque alcanzar una síntesis superadora” (FT, 201).
- Deshonesta inclinación de la Opinión Pública: “El debate frecuentemente es manoseado por determinados intereses que tienen mayor poder, procurando deshonestamente inclinar la opinión pública a su favor. No me refiero solamente al gobierno de turno, ya que este poder manipulador puede ser económico, político, mediático, religioso o de cualquier género (FT, 201).
- Imposición: “La falta de diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por el bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder, o en el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar” FT, 202).
- Beneficio propio: “Así las conversaciones se convertirán en meras negociaciones para que cada uno pueda rasguñar todo el poder y los mayores beneficios posibles, no en una búsqueda conjunta que genere bien común” FT, 202).
Y nos hace unas propuestas:
- Romper esta lógica perversa: “Los héroes del futuro serán los que sepan romper esa lógica enfermiza y decidan sostener con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales. Dios quiera que esos héroes se estén gestando silenciosamente en el corazón de nuestra sociedad” (FT, 202).
- Construir en común: El Papa nos pone dos ejemplos:
- El diálogo interdisciplinar (FT 203 y 204), “puesto que la realidad es una, aunque pueda ser abordada desde distintas perspectivas y con diferentes metodologías. No se debe soslayar el riesgo de que un avance científico sea considerado el único abordaje posible para comprender algún aspecto de la vida, de la sociedad y del mundo. En cambio, un investigador que avanza con eficiencia en su análisis, e igualmente está dispuesto a reconocer otras dimensiones de la realidad que él investiga, gracias al trabajo de otras ciencias y saberes, se abre a conocer la realidad de manera más íntegra y plena” (FT, 204).
- Y el correcto aprovechamiento de los MCS, sobre todo de Internet y las Redes Sociales, para “verificar constantemente que las actuales formas de comunicación nos orienten efectivamente al encuentro generoso, a la búsqueda sincera de la verdad íntegra, al servicio, a la cercanía con los últimos, a la tarea de construir el bien común” (FT, 205)
B/ En una segunda parte de este capítulo, aborda la relación entre verdad y consenso:
Explica el Papa que “el relativismo no es la solución” (FT, 206), y se pregunta si “es posible prestar atención a la verdad, buscar la verdad que responde a nuestra realidad más honda” (FT, 207), y concluye que “una sociedad es noble y respetable también por su cultivo de la búsqueda de la verdad y por su apego a las verdades más fundamentales” (FT, 207).
Y nos propone una valiente misión: “Hay que acostumbrarse a desenmascarar las diversas maneras de manoseo, desfiguración y ocultamiento de la verdad en los ámbitos públicos y privados. Lo que llamamos “verdad” no es sólo la difusión de hechos que realiza el periodismo. Es ante todo la búsqueda de los fundamentos más sólidos que están detrás de nuestras opciones y también de nuestras leyes” (FT, 208).
Recordando un principio básico, el de la Ley Natural: “Esto supone aceptar que la inteligencia humana puede ir más allá de las conveniencias del momento y captar algunas verdades que no cambian, que eran verdad antes de nosotros y lo serán siempre. Indagando la naturaleza humana, la razón descubre valores que son universales, porque derivan de ella” (FT, 208). No es una cuestión baladí, porque de ello depende el que los poderosos de turno puedan o no con mayor facilidad negar los derechos humanos fundamentales (Cf. FT, 209), y que se imponga una lógica perversa y vacía: la “asimilación de la ética y de la política a la física. No existen el bien y el mal en sí, sino solamente un cálculo de ventajas y desventajas” (FT, 210).
Afirma que diálogo, consenso y verdad objetiva no son incompatibles: Tras explicar que es el diálogo, y como éste sirve, llegando al consenso, a reconocer unos valores universales, esto no contradice que éstos valores sean permanentes, y transcienden nuestros contextos, y no son negociables: “por consiguiente, no es necesario contraponer la conveniencia social, el consenso y la realidad de una verdad objetiva. Estas tres pueden unirse armoniosamente cuando, a través del diálogo, las personas se atreven a llegar hasta el fondo de una cuestión” (FT, 212), de modo que “la inteligencia puede entonces escrutar en la realidad de las cosas, a través de la reflexión, de la experiencia y del diálogo, para reconocer en esa realidad que la trasciende la base de ciertas exigencias morales universales” (FT, 213).
Sobre todo, cuando esta en juego la primacía del valor de la dignidad humana: “Que todo ser humano posee una dignidad inalienable es una verdad que responde a la naturaleza humana más allá de cualquier cambio cultural. Por eso el ser humano tiene la misma dignidad inviolable en cualquier época de la historia y nadie puede sentirse autorizado por las circunstancias a negar esta convicción o a no obrar en consecuencia” (FT, 213). Un fundamento que otorga validez universal a los agnósticos, y que para los creyentes queda reforzada al ser Dios quien otorga un fundamento sólido, al ser él quien creo la naturaleza humana (Cf. FT, 214).
C/ En una tercera y última parte del capítulo, el Papa nos propone la cultura del Encuentro:
Que tiene como imagen la del poliedro: “El poliedro representa una sociedad donde las diferencias conviven complementándose, enriqueciéndose e iluminándose recíprocamente, aunque esto implique discusiones y prevenciones. Porque de todos se puede aprender algo, nadie es inservible, nadie es prescindible. Esto implica incluir a las periferias. Quien está en ellas tiene otro punto de vista, ve aspectos de la realidad que no se reconocen desde los centros de poder donde se toman las decisiones más definitorias” (FT, 215).
Y cuyo significado es este: “Hablar de cultura del encuentro significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. Esto se ha convertido en deseo y en estilo de vida. El sujeto de esta cultura es el pueblo, no un sector de la sociedad que busca pacificar al resto con recursos profesionales y mediáticos” (FT, 216).
Pero la “Cultura del Encuentro” tiene dos exigencias para realizarse: el reconocimiento del otro, y la recuperación de la amabilidad:
El reconocimiento del otro incluye la búsqueda de un “pacto cultural”: “Un encuentro social real pone en verdadero diálogo las grandes formas culturales que representan a la mayoría de la población. Con frecuencia las buenas propuestas no son asumidas por los sectores más empobrecidos porque se presentan con un ropaje cultural que no es el de ellos y con el que no pueden sentirse identificados. Por consiguiente, un pacto social realista e inclusivo debe ser también un “pacto cultural”, que respete y asuma las diversas cosmovisiones, culturas o estilos de vida que coexisten en la sociedad” (FT, 219).
Así como de superar una falsa tolerancia: “La búsqueda de una falsa tolerancia tiene que ceder paso al realismo dialogante, de quien cree que debe ser fiel a sus principios, pero reconociendo que el otro también tiene el derecho de tratar de ser fiel a los suyos. Es el auténtico reconocimiento del otro, que sólo el amor hace posible, y que significa colocarse en el lugar del otro para descubrir qué hay de auténtico, o al menos de comprensible, en medio de sus motivaciones e intereses” (221).
¿En que consiste esta amabilidad que necesitamos recuperar?: “San Pablo mencionaba un fruto del Espíritu Santo con la palabra griega jrestótes (Ga 5,22), que expresa un estado de ánimo que no es áspero, rudo, duro, sino afable, suave, que sostiene y conforta. La persona que tiene esta cualidad ayuda a los demás a que su existencia sea más soportable, sobre todo cuando cargan con el peso de sus problemas, urgencias y angustias. Es una manera de tratar a otros que se manifiesta de diversas formas: como amabilidad en el trato, como un cuidado para no herir con las palabras o gestos, como un intento de aliviar el peso de los demás. Implica decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan, en lugar de palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian” (FT, 223).
Y es que, termina diciendo el Papa: “Hoy no suele haber ni tiempo ni energías disponibles para detenerse a tratar bien a los demás, a decir permiso, perdón, gracias. Pero de vez en cuando aparece el milagro de una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia” (Ft, 224).
3º.- En silencio se lee esta selección de 10 párrafos de este capítulo:
- “La falta de diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por el bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder, o en el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar” FT, 202).
- “Los héroes del futuro serán los que sepan romper esa lógica enfermiza y decidan sostener con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales. Dios quiera que esos héroes se estén gestando silenciosamente en el corazón de nuestra sociedad” (FT, 202).
- “Es necesario verificar constantemente que las actuales formas de comunicación nos orienten efectivamente al encuentro generoso, a la búsqueda sincera de la verdad íntegra, al servicio, a la cercanía con los últimos, a la tarea de construir el bien común” (FT, 205)
- “Hay que acostumbrarse a desenmascarar las diversas maneras de manoseo, desfiguración y ocultamiento de la verdad en los ámbitos públicos y privados. Lo que llamamos “verdad” no es sólo la difusión de hechos que realiza el periodismo. Es ante todo la búsqueda de los fundamentos más sólidos que están detrás de nuestras opciones y también de nuestras leyes” (FT, 208).
- “No es necesario contraponer la conveniencia social, el consenso y la realidad de una verdad objetiva. Estas tres pueden unirse armoniosamente cuando, a través del diálogo, las personas se atreven a llegar hasta el fondo de una cuestión” (FT, 212)
- “Que todo ser humano posee una dignidad inalienable es una verdad que responde a la naturaleza humana más allá de cualquier cambio cultural. Por eso el ser humano tiene la misma dignidad inviolable en cualquier época de la historia y nadie puede sentirse autorizado por las circunstancias a negar esta convicción o a no obrar en consecuencia” (FT, 213).
- “Hablar de cultura del encuentro significa que como pueblo nos apasiona intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos. Esto se ha convertido en deseo y en estilo de vida. El sujeto de esta cultura es el pueblo, no un sector de la sociedad que busca pacificar al resto con recursos profesionales y mediáticos” (FT, 216).
- “La búsqueda de una falsa tolerancia tiene que ceder paso al realismo dialogante, de quien cree que debe ser fiel a sus principios, pero reconociendo que el otro también tiene el derecho de tratar de ser fiel a los suyos. Es el auténtico reconocimiento del otro, que sólo el amor hace posible, y que significa colocarse en el lugar del otro para descubrir qué hay de auténtico, o al menos de comprensible, en medio de sus motivaciones e intereses” (221).
- “Es una manera de tratar a otros que se manifiesta de diversas formas: como amabilidad en el trato, como un cuidado para no herir con las palabras o gestos, como un intento de aliviar el peso de los demás. Implica decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan, en lugar de palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian” (FT, 223).
- “De vez en cuando aparece el milagro de una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia” (Ft, 224).
4ª.- Cada miembro del grupo elige uno de estos párrafos y, tras leerlo, explica al resto muy brevemente porque lo ha elegido, porque le ha llamado la atención de lo que dice (también puede elegir otro párrafo u otra frase del capítulo no seleccionada que él traiga señalada de su lectura de la preparación remota).
5ª.- Una vez que se todos los que han querido intervenir lo han hecho, el catequista conduce el diálogo por aquellos aspectos más significativos, tratando de que se aborden varios aspectos del capítulo, para evitar que sólo se trate del aspecto o los aspectos más comentados.
6ª.- Se pasa del diálogo a la oración comunitaria de peticiones:
- Catequista: Eterno Padre
- Grupo: Eterno Padre
- Catequista: En nombre de Jesús, tu hijo amado, presente en medio de nosotros, te pedimos:
- Grupo: hacen libremente sus peticiones a partir de lo comentado sobre el capítulo de la encíclica.
- El catequista recoge las oraciones
7º/ Todos juntos rezan la oración final de la Encíclica al Creador:
Oración cristiana ecuménica:
Dios nuestro, Trinidad de amor,
desde la fuerza comunitaria de tu intimidad divina
derrama en nosotros el río del amor fraterno.
Danos ese amor que se reflejaba en los gestos de Jesús,
en su familia de Nazaret y en la primera comunidad cristiana.
Concede a los cristianos que vivamos el Evangelio
y podamos reconocer a Cristo en cada ser humano,
para verlo crucificado en las angustias de los abandonados
y olvidados de este mundo
y resucitado en cada hermano que se levanta.
Ven, Espíritu Santo, muéstranos tu hermosura
reflejada en todos los pueblos de la tierra,
para descubrir que todos son importantes,
que todos son necesarios, que son rostros diferentes
de la misma humanidad que amas. Amén.
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