Estamos consternados por el fallecimiento de Blanca Jiménez, que ha sido la secretaria de la Delegación Episcopal de Catequesis desde 2015 hasta 2022, habiendo servido a la Archidiócesis de Madrid desde su juventud. Yo personalmente la conocía desde hace muchos años antes, del tiempo en el que fui delegado episcopal de medios de comunicación social, cuando Blanca trabajó en el Departamento de Internet desde 1999 hasta 2015.

En la Delegación Episcopal de Catequesis Blanca mostró uno de sus dones más destacados, junto a su profunda sensibilidad religiosa, que fue su capacidad de empatía y simpatía para con los demás. Desde la puesta en marcha de los cursos de formación para catequistas enseguida creo una red de amistad entre catequistas de parroquias de todas las vicarías episcopales de la Archidiócesis. No se limitó al servicio de convocatoria e información entre los participantes en los diversos cursos, sino que generó un ambiente de familiaridad, de profunda amistad y comunión, desplegando entre todos los catequistas un cariño desbordante.

Desde la Delegación Episcopal de Catequesis nos unimos al dolor de sus hijas, y al de toda su familia, así como a la oración por su eterno descanso. Que la fe en el Eterno Padre, Dios de ternura infinita, suavice el dolor por su perdida, inseparable de todo un año de sufrimiento por la enfermedad de Blanca. Y que esta misma fe sea semilla en todos nosotros de esperanza en Cristo Resucitado, para que acoja en su corazón a quien tanta fe tuvo en él, y tanto amor derramó en su familia y en su trabajo.

Para todos aquellos que queráis acompañar a su familia próximamente informaremos de la misa funeral que se celebrará, D.m., en la Cripta de la Catedral de la Almudena.

Manuel Mª Bru Alonso, delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid

 

El pasado 31 de enero, nuestra querida Blanca fue llamada por el Señor para recibir de Él el abrazo definitivo.

Tenía 18 años cuando vino a trabajar al arzobispado; «una niña que aún llevaba calcetines», así lo solía recordar. En la librería diocesana, que fue el primer lugar donde prestó sus servicios —eran los tiempos del cardenal Tarancón—, conoció, prácticamente, a todos los curas de Madrid, y también a los que, en aquellos momentos, éramos seminaristas.

Trabajadora infatigable allí donde estuvo, en los momentos de más tensión, normalmente solía decir: “Tranquilos”. Y, con mucha paciencia y buen hacer, encontraba soluciones.

“Tranquilo”, fue precisamente la última palabra que me dijo con la poca voz que le quedaba, pues ya había entrado en la agonía. Lo hizo justo después de recibir los Sacramentos, mientras le daba el último abrazo y el último beso.

Es verdad que la pena es muy grande, pero, al mismo tiempo, su mirada serena, su sonrisa de siempre y esa palabra: “tranquilo”, nos ha dejado una gran paz. Y sólo nos queda pedir al Buen Dios, en el que Blanca siempre creyó y esperó, que la acoja en las moradas eternas, y que goce para siempre de la compañía feliz de los ángeles y de todos los santos.

“Sus angelitos”, como nos llamaba a los amigos y compañeros más cercanos, la tendremos siempre muy presente, en la seguridad de que también ella nos tendrá muy presentes ante el Señor, intercediendo por todos nosotros. Hasta siempre, querida Blanca. Brille para ti la luz perpetua.

Carlos Aguilar Grande, Director de la Comisión de Evangelización de la Archidiócesis y codirector de la Escuela de Evangelizadores

 

Compartimos estas fotos de Blanca en el día de su despedida de la Delegación, con ocasión de su jubilación, en marzo de 2022. Blanca Jiménez, descanse en Paz y brille sobre ella la luz perpetua.