Infomadrid.- Begoña Aragoneses
Ángel Ruiz no pudo ir al Jubileo de los Jóvenes el pasado verano en Roma porque le tocaba trabajar. El de Catequistas, del 25 al 28 de septiembre en Roma, no se lo ha perdido. «Volví a preguntar en el trabajo, cuadró» y rumbo a la Ciudad Eterna. Ángel tiene 25 años pero «ya me han hecho la Comunión dos cursos», dice con orgullo de vuelta en su Robledo de Chavela natal, donde desde hace seis años imparte catequesis en la parroquia a los niños de Primera Comunión.
«Ha sido la primera vez que iba a Roma en mi vida; las expectativas eran muy altas, y me han superado». Lo que más le impactó a Ángel fue la peregrinación con la cruz a lo largo de la Via della Conciliazione, «rezando con los salmos», acordándose de tanta gente, viendo pasar toda su vida en una acción de gracias que le llevó a la emoción hasta las lágrimas «Me tuve que poner las gafas de sol», reconoce con sencillez.
Al cruzar de la Puerta Santa de quien se acordó fundamentalmente fue «de todas las catequistas, sobre todo las más mayores que tanto nos han enseñado; gracias a ellas estamos allí y la realidad es que son quienes sostienen la parroquia son que se las vea». También le impactó mucho el rezo del credo en la tumba de san Pedro y ver al Papa. No tanto escucharlo, que entre el gentío y el italiano no tuvo ocasión de aprovechar mucho, pero sí sus gestos: «La forma de consagrar, la manera de saludarnos en la plaza…; cuida tanto los detalles… parece que saluda a la gente uno a uno».
«Papá, descansa en paz en el cielo»
También vuelve muy emocionada Luz Marina, paraguaya que ya en su país, después de confirmarse, empezó a ser catequista. Un pasión por evangelizar que lleva en las venas y que se trajo a Madrid, cuando llegó hace más de 10 años. «Una amiga me invitó a la parroquia Nuestra Señora de África» y así empezó como catequista.
Cuando desde la Delegación de Catequesis les enviaron el enlace para apuntarse a la peregrinación «no me lo pensé mucho». Nunca había ido a Roma, aunque hace dos años envió a su hijo, de 7 años, al encuentro de niños con el Papa Francisco, así que esta peregrinación «me producía mucha emoción». En la Puerta Santa se acordó especialmente de su padre, fallecido hace tres años. «Papá, descansa en paz en el cielo», le dijo con el corazón.
Recién llegada a Madrid de Roma, igual que Ángel, reconoce que «ha sido muy fortalecedor para mí», con una idea clara de que «tengo que saber escuchar». Vuelve «plena», explica, y eso que ha tenido su dosis de penitencia porque ha estado «coja» toda la peregrinación a causa de una fascitis plantar.
Ya en el avión de vuelta, y puesto que el próximo domingo arrancan en su parroquia las catequesis de este curso, estuvo planificando la bienvenida a los niños. Y a los padres. «La idea es comprometerles para que puedan hablar de Jesús en casa, y que nosotros podamos vivir como discípulos comprometidos».