Infomadrid, 26-01-2022.- El cardenal Osoro anuncia en su carta semanal un Año Santo Jubilar de san Isidro. Lo ha concedido el Papa Francisco para este 2022, en el que se cumplen los 400 años de la canonización del santo patrón de Madrid. El jubileo arrancará el 15 de mayo próximo, fiesta de san Isidro Labrador, y concluirá el 15 de mayo de 2023. Un «año de gracia para Madrid», asegura el arzobispo, que «estoy seguro de que nos traerá muchas bendiciones».

La diócesis acogerá con este motivo numerosas celebraciones religiosas y culturales, avanza el cardenal, y además habrá indulgencia plenaria para quienes se acerquen al sepulcro del santo, en la real colegiata de San Isidro. «Es un año para acrecentar la fe, la esperanza y la caridad, para llenarnos de Dios y de su amor y entregarlo». El purpurado anima a recordar en estos meses la vida de san Isidro, a visitar sus lugares en la ciudad, a beber de la fuente dedicada a este santo que «fue Evangelio vivo de Dios».

San Isidro fue un «amigo de Dios», un hombre que «vivió como discípulo de Cristo y anunció el Evangelio como esposo, padre, vecino y trabajador». En definitiva, y aquí utiliza el cardenal palabras del Papa Francisco, un «santo de la puerta de al lado», atento a las necesidades de todos, buscador de la justicia y la verdad en el mundo laboral, constructor de la «fraternidad entre todos, con todos y para todos». Así era este hombre que vivió en el Madrid del siglo XII, manifestando con su vida que Dios «está con nosotros».

Texto completo de la carta

Con profunda alegría os comunico a todos los cristianos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que, después de la petición que le hice, el Papa Francisco nos ha concedido a Madrid un Año Santo Jubilar de san Isidro Labrador. Cuando vamos a celebrar los 400 años de su canonización, quería que pudiéramos reencontrarnos con nuestro patrón, que hizo de su vida un himno a Dios. El jubileo arrancará el próximo 15 de mayo, fiesta de san Isidro Labrador, y será clausurado el 15 de mayo de 2023 también en el día de su fiesta. Agradezco al Papa Francisco que nos haya concedido este año de gracia para Madrid. Estoy seguro de que nos traerá muchas bendiciones y de que, además, tendrá repercusiones en todos los continentes, pues tenemos a un santo universal, con ermitas, santuarios y hermandades por todo el mundo.

Queremos que este año sea para nuestra ciudad un momento singular para descubrir y visitar todos los lugares en los que existen huellas de la presencia de este amigo de Dios. Cuando Madrid era un pueblecito, dejó muestras de cómo vivir la comunión con Dios y con los hermanos. Nos alienta al encuentro con Dios en todo lo creado, a construir la fraternidad conscientes de la dignidad de cada persona, a vivir qué es una familia cristiana, a poner la vida al servicio de los demás… Gracias a esta herencia Madrid es una ciudad de todos y para todos, un lugar de acogida en el que caben todos y todos pueden vivir su dignidad de hijos de Dios. San Isidro es un santo de la puerta de al lado, como nos dice el Papa Francisco: vivió como discípulo de Cristo y anunció el Evangelio como esposo, padre, vecino y trabajador en el Madrid de siglo XII.

La Palabra de Dios se tradujo en un modo de estar en medio del mundo para nuestro patrón. Vivió con coherencia lo que tan bellamente describe el apóstol san Pablo en el himno del amor. Como vecino estaba atento a las necesidades de todos los que vivían a su lado. Como trabajador del campo, a sueldo de un dueño, buscó siempre la justicia y la verdad para que todos pudiesen vivir con el sudor de su frente. Y así, en medio de las gentes con las que vivió, expresaba de formas diversas que su vida lo era para construir la fraternidad entre todos, con todos y para todos.

Sus contemporáneos lo recordaban como ese cristiano que manifiesta con su vida que Dios está cerca de nosotros, que está con nosotros, que está dentro de nosotros. Quizá por eso suenan bien para san Isidro las palabras que san Pablo dedicaba a los filósofos epicúreos y estoicos en el areópago de Atenas, cuando dice que «Dios no habita en santuarios fabricados por manos humanas […], pues en Él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17, 24. 28). Al contemplar a los santos, y en concreto a san Isidro Labrador, vemos la gran estela de luz con la que Dios ha atravesado la historia. ¡Qué luz nos entrega este santo del siglo XII! ¡Qué luz irradió en todos los continentes donde está presente su memoria!

Cuando releo la exhortación apostólica Evangelii gaudium, recuerdo a san Isidro, porque un discípulo de Cristo lo es para la misión como lo fue él. Fundamentando su vida en la roca firme de la Palabra de Dios, se sintió impulsado a llevar la buena noticia de la salvación a sus hermanos. Y lo hizo en su vida cotidiana, en su trabajo, con su modo de vivir su matrimonio y la paternidad. Cuando un discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que solo Él nos salva (cf. Hch 4, 12). En tiempos como los nuestros, ¡qué bueno es poder tener ante nosotros hombres y mujeres que, con sus vidas, nos digan que solamente Cristo nos salva, que sin Él no hay luz ni esperanza, ni hay amor y por supuesto tampoco futuro!

En este Año Santo Jubilar tendremos en Madrid numerosas celebraciones religiosas y también culturales que iremos dando a conocer. Es un año para acrecentar la fe, la esperanza y la caridad, para llenarnos de Dios y de su amor y entregarlo. En todos los momentos es posible la conversión a Dios y llenarnos de su gracia, pero además en este año dedicado a san Isidro, quienes se acerquen al sepulcro venerado en la real colegiata de San Isidro, en la calle Toledo, podrán beneficiarse de la indulgencia plenaria, siguiendo lo previsto en estos casos.

Estamos llamados a ser santos, ¿cómo? Viviendo en caridad y ayuda fraterna, comunicando el amor y la alegría: Dios nos ha mostrado gratuitamente su rostro, su voluntad, se nos ha mostrado a sí mismo. Que la alegría misionera resurja en nosotros como lo hizo en la vida de san Isidro. Con la alegría que nace de Cristo, que toca el corazón de todos los hombres creyentes y no creyentes, somos capaces de convencer. Es una alegría que posee fuerza misionera en sí misma. Así lo vivió san Isidro, un seglar, esposo y padre, un hombre humilde, que fue Evangelio vivo de Dios en aquel Madrid de hace casi mil años.

San Isidro en este Año Santo será para nosotros nueva transparencia del amor de Dios. Hoy aquí en Madrid vivimos millones de personas y estamos necesitadas de contemplar todas las huellas que nos dejó este hombre de Dios. Os invito a recordar su vida, a peregrinar a su sepulcro y al de su mujer, santa María de la Cabeza, y rezar allí, a recorrer todos los lugares isidrinos, a beber de su fuente…

Con gran afecto, os bendice,

+Carlos, Cardenal Osoro Sierra
Arzobispo de Madrid