VIGÉSIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo C: RENUNCIAR PARA ENCONTRAR
Sabiduría 9,13-18; Filemón 9b-10.12-17; Lucas 14, 25-33
HABLA LA PALABRA: Sabiduría y provocación
Fuente inagotable de sabiduría es siempre la Palabra de Dios. Porque supone participar en la sabiduría de quien todo lo hizo, lo dispuso, y lo sostiene.
- El libro de la Sabiduría nos dice tres cosas de la misma sabiduría de Dios que desea compartir con nosotros: Que nos permiten reconocer los designios de Dios en nuestras vidas, que esta proviene del Espíritu Santo, y que hace rectos los caminos de los hombres y los salva.
- Con el salmo 89 hemos reconocido que “el Señor ha sido nuestro refugio de generación en generación”. La expresión refugio en los salmos es muy elocuente: refugio en el peligro, refugio en las dudas, refugio en la soledad, refugio en el dolor, refugio en el infortunio.
- San Pablo, con ocasión del envío de Onésimo a Filemón, nos muestra hasta donde Dios nos enseña no sólo a querer a todo prójimo como a un hermano, sino también a quererlo como al amigo que más se quiere.
- Y en el Evangelio Cristo Jesús nos hace la propuesta más provocativa y radical de la historia, a la que millones de hombres y mujeres, siempre insensatos a los ojos del mundo, desde aquel momento no se ha resistido a contestar: la de dejarlo todo para seguir a Jesús, hasta la cruz. Y también nos propone las parábolas del constructor y del Rey que tienen calcular sus recursos antes de emprender una obra o de entablar una batalla.
HABLA EL CORAZÓN: La lógica del Evangelio
Dice el Papa Francisco, comentando este Evangelio, que:
- “Jesús no quiere engañar a nadie (…) Seguir a Jesús no significa participar en un cortejo triunfal. Significa compartir su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia por cada hombre y por todos los hombres. La obra de Jesús es precisamente una obra de misericordia, de perdón, de amor. ¡Es tan misericordioso Jesús! Y este perdón universal, esta misericordia, pasa a través de la cruz. Pero Jesús no quiere realizar esta obra solo: quiere implicarnos también a nosotros en la misión que el Padre le ha confiado (…) El discípulo de Jesús renuncia a todos los bienes porque ha encontrado en Él el Bien más grande, en el que cualquier bien recibe su pleno valor y significado: los vínculos familiares, las demás relaciones, el trabajo, los bienes culturales y económicos, y así sucesivamente. El cristiano se desprende de todo y reencuentra todo en la lógica del Evangelio, la lógica del amor y del servicio”.
- Y con respecto a la segunda de las parábolas, el Papa Francisco también nos dice que “existe una guerra más profunda que todos debemos combatir. Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y elegir el bien, dispuestos a pagar en persona”.
HABLA LA VIDA: Trabajadora de la misericordia
De estas dos cosas, de dejarlo todo para seguir a Jesús, y de entablar la única guerra cien por cien legítima, que la guerra contra el mal, hoy la iglesia nos regala un ejemplo magnífico: Santa Teresa de Calcuta. Decía también el Papa Francisco de ella:
- Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada.
- Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado;
- Ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos.
- La misericordia ha sido para ella la sal que daba sabor a cada obra suya, y la luz que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento.
- Su misión en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres.
- Esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión.
Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid.