ARTÍCULO EXPLICATIVO DEL MIÉRCOLES DE CENIZA:

RECORDAR LA MUERTE DESPIERTA LA VIDA

https://www.hubceu.es/miradas/2021/02/12/recordar-la-muerte-despierta-la-vida/

HUB. Rafa Molina (12 de febrero de 2021).- En la antigua Roma, el ejército tenía prohibido entrar en la ciudad eterna. Solo existía un motivo por el que podían penetrar en sus calles: la celebración de una gran victoria militar. Trajano consiguió para el imperio la última gran anexión de territorios. Venció a los dacios, la actual Rumanía, en el 106 después de Cristo. El general se ganó el derecho a desfilar por la capital del mundo antiguo. Marchó con su tropa, con el botín y con los enemigos que habían capturado. Los romanos les vitoreaban desde ambos lados de la calzada. Pero, junto a Trajano, había una figura desconocida. Un esclavo que sostenía una corona de laurel y que le susurraba al oído: “recuerda que eres mortal”.

Cada año, el mundo moderno recibe ese recordatorio el Miércoles de ceniza. Manuel María Bru, Delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid afirma que “el rito tiene como objetivo el reconocimiento de la fragilidad humana y del destino del cuerpo, es un signo de humildad”. Consiste en la imposición de ceniza sobre la cabeza. Ese polvo se extrae de las ramas bendecidas que se quemaron en el Domingo de Ramos del año anterior. La imposición de la ceniza espolea a los cristianos para que reflexionen sobre sus acciones. La práctica se arraiga en la historia de la sociedad occidental.

“En los primeros siglos, la cuaresma comenzaba en domingo, seis domingos antes de la Pascua”, afirma Daniel Alberto Escobar, Delegado Episcopal de Liturgia de la Archidiócesis de Madrid. La costumbre del Miércoles de ceniza se formalizó con el papa Urbano II en el Sínodo de Benevento. Tuvo lugar “a partir del año 1001, desaparecida la penitencia pública tal y como se vivía en los primeros siglos”, relata Escobar. La Iglesia quiso establecer “40 días de penitencia antes de la Pascua, puesto que los domingos tradicionalmente no son días penitenciales”, justifica el Delegado Episcopal de Liturgia. Sin embargo, no siempre ha soplado el viento a favor y a veces su celebración ha sido difícil.

En ciertas ocasiones y en lugares concretos no ha podido celebrarse. “Más bien por imposibilidades físicas o por guerras y persecuciones que han impedido el ejercicio de la libertad de culto”, indica Escobar. Pero los religiosos siempre han tratado de oficiarlo. “Los ritos son importantes, la forma es importante porque te ayuda a meterte en el contenido”, apunta el sacerdote Luis Cruz Ortiz de Landázuri, doctor en filosofía y autor del libro ‘En Jesucristo Resucitado‘ (LetraGrande, 2021). Por eso, el Miércoles de ceniza saldrá adelante a pesar del virus.

La Santa Sede emitió el 12 de enero una nota para aclarar cómo imponer la ceniza durante la pandemia. El sacerdote se dirigirá a los presentes desde el altar en lugar de uno a uno como se hacía habitualmente. Se lavará las manos, llevará la mascarilla puesta y dejará caer la ceniza sobre la cabeza de los fieles sin tocarles ni hablarles. Manuel María Bru precisa que “no hay contacto de palabra a través de la saliva ni hay contacto físico, así se evita contagios y se mantiene el rito”. La intención es proteger la salud para proteger todo lo que conlleva la cuaresma.

Su sentido no ha cambiado desde el principio y tampoco durante la pandemia. “La ceniza siempre ha tenido un componente penitencial”, aclara Cruz. Esta celebración marca el inicio de una etapa de penitencia. “La cuaresma tiene que ver con los 40 días que pasa Jesucristo en el desierto”, explica el sacerdote y doctor. La mirada se fija en el Domingo de Ramos. El objetivo es prepararse para ese día mediante el ayuno, la oración y limosna. “El ayuno es vaciarse del ego porque quiero alimentarme mediante la oración para darlo a los demás en la limosna”, detalla Cruz. Una vivencia interna que los desastres naturales o humanos no pueden frenar.

COMENTARIO A LAS LECTURAS DE LA MISA DEL MIÉRCOLES DE CENIZA

MIÉRCOLES DE CENIZA: LA LIMOSNA QUE NO CUENTA

Joel 2,12-18; 2 Corintios 5-20-6,2; Mateo 6,1-6.16-18.

HABLA LA PALABRA: Cuaresma es tiempo de misericordia

Con el Miércoles de Ceniza comenzamos la cuaresma, con la que la pedagogía de la Iglesia nos propone prepararnos, personal y comunitariamente, a la celebración y actualización renovada del Misterio Pascual: la pasión, la muerte, y la resurrección de Cristo. Las lecturas de este día nos dan las claves de esta preparación:

  • El libro de Joel nos muestra como en la Antigua Alianza se vivían también tiempos especiales marcadas por el arrepentimiento “de corazón” por la infidelidad a la alianza con Dios, y la confianza creciente en la misericordia de Dios.
  • Estas dos actitudes se vuelven oración sincera en el salmo 50, el miserere, en el que la prioridad está en la petición de la gracia de Dios para que nos conceda un “corazón puro”.
  • San Pablo en su segunda carta a los Corintios nos presenta la novedad de la Nueva Alianza en relación a la misericordia de Dios: el don de Cristo, del que, sin haber pecado, entregó su vida como expiación por nuestros pecados.
  • Y Jesús, en el relato del Evangelio de Mateo, nos propone dar un nuevo sentido, desde la humidad y la discreción, a tres viejas prácticas penitenciales: el ayuno, la oración, y la limosna, que expresan tres cosas complementarias: tener gestos de arrepentimiento (ayuno), pedir el don de la misericordia (oración) y ser nosotros mismos misericordiosos (limosna).

HABLA EL CORAZÓN: La riquísima pobreza de la limosna

En una ocasión el Papa Francisco explicó el verdadero sentido de la limosna, recordando esta afirmación paulina: “Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza”. Y explicaba:

  • Que el “para enriqueceros con su pobreza” no es un juego de palabras ni una expresión para causar sensación, sino “la síntesis de la lógica de Dios”. Porque “Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica”. Sino que “la pobreza de Cristo es la mayor riqueza”, y Cristo “nos invita a enriquecernos con esta rica pobreza y pobre riqueza suyas”. Es más, “la riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza”.
  • Por eso mismo, “la miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza”. Y distingue tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual: Si lamiseria material es fruto de la injusticia social, la miseria moral es fruto del pecado personal, pero también del pecado social que ha promovido la miseria material. Y la miseria espiritual -la sustitución de la fe y de la esperanza por la autosuficiencia- es consecuencia a su vez de la miseria moral.
  • A la miseria material se la combate con la caridad y la justicia, a la moral y a la espiritual con la misericordia. Y a las tres no se las combate desde la pobrísima riqueza, sino desde la riquísima pobreza. La Cuaresma por eso “es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele (…) Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele”, nos dice el Papa.

HABLA LA VIDA: Lobby contra el Papa

Desde hace varios años que existe un poderoso lobby organizado y financiado en Estados Unidos dedicado a difamar al Papa Francisco, y a promover y financiar cualquier tipo de desinformación y agresión verbal contra él. Michos son los motivos por los que la elección del Cardenal de Buenos Aires como sucesor de Pedro fue mal recibido en algunos círculos de poder financiero y político en Estados Unidos, y que fueron aumentando paulatinamente a lo largo de estos años de su pontificado. Desde el primer momento molesto al puritanismo norteamericano protestante compartido por gran parte de los católicos de origen anglosajón. Enfatizar la importancia pastoral del discernimiento y del acompañamiento personales con situaciones irregulares, o con familias rotas por la pobreza, no es el tipo de discurso moralista basada en la “teología de la prosperidad” que también muchos católicos heredaron del “sueño americano”.

Pero todas estas diferencias no dejan de estar en un segundo plano ante la secular resistencia a reconocer la Doctrina Social de la Iglesia. Ya sabían los todopoderosos empresarios católicos de Estados Unidos que cuando el Cardenal Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires, aborrecía esos actos de la alta sociedad argentina, copiados de los de Estados Unidos, consistentes en lujosas cenas y subastas benéficas que utilizaban la escusa de la limosna para fortalecer confianzas comerciales y políticas.

Manuel María Bru. Delegado Episcopal de Catequesis del Arzobispado de Madrid.