Lo esencial del Evangelio

Título: La espiritualidad cristiana según el Papa Francisco.

Autor: Marciano Vidal.

Editorial: PPC.

Aún siendo verdad que los textos magisteriales del Papa Francisco se leen por si solos, y están escritos de tal modo que no sólo sean entendidos por los eruditos en la materia que abordan, también es cierto que son textos de una profundidad y de una proyección tan grande, y sobre todo tan novedosa, que cualquier “auxilio” viene bien para sacarles el máximo provecho, que tratándose de las enseñanzas de Pedro hoy, no es cosa baladí si queremos secundar el soplo del Espíritu Santo para la iglesia y para cristiano en este tiempo. Por cierto, huelga decir que este soplo puede variar de dirección, pero es siempre del Espíritu, y este Pedro, cambia de nombre y de personalidad, pero es siempre Pedro. Hoy, Francisco.

Se ha tomado el interés de ofrecernos una honda y al mismo tiempo breve presentación de la exhortación apostólica Gaudete et exsultate del Papa Francisco uno de los teólogos moralistas más importantes de la teología contemporánea, el profesor Marciano Vidal, del que tuve el honor de ser alumno hace más de treinta años. Una de las cosas que más me gustó entonces de Marciano Vidal es que, además de su capacidad didáctica, nos explicaba la moral cristiana como experiencia de fe en Jesús y como experiencia de seguimiento a Jesús, y por tanto inseparable de la espiritualidad. Y esa misma sensación es la que tengo al leer este pequeño libro en el que el profesor de moral menos “moralista” que he conocido nos explica y nos comenta una exhortación papal a vivir la santidad en el mundo de hoy basada en la esencia del Evangelio.

Llama la atención que esta exhortación, que ha sido menos escandalosa que las anteriores Evangelii Gaudium y Amoris Laetittia y que la encíclica Laudoto Sí (el que el magisterio del Papa sea “escandaloso” para algunos, es un buen síntoma de su función profética, como lo han sido todas las encíclicas sociales desde León XIII), haya sido sin embargo un auténtico best seller en todo el mundo. Aunque, curiosamente, este exhortación pone el dedo en la llaga de las dos desviaciones teológicas que pululan en el fondo de los litigantes con el magisterio del Papa: el gnosticismo y el pelagianismo.

Pero la razón de su atractivo interés la podemos encontrar en los tres contextos de la misma que señala Marciano Vidal: “se sitúa dentro del proyecto de reforma eclesial y eclesiástica iniciada por el Papa, pretende implementar un aspecto importante del Concilio Vaticano II, y se propone actualizar el mensaje espiritual de la Iglesia”. Tal vez una de las grandes novedades de esta exhortación sea la de ofrecer una espiritualidad para el hombre de hoy fundamentada en la renovación teológica y pastoral de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II, y enraizada en la nueva impronta que Francisco da a la Iglesia de hoy y a cada cristiano de hoy: una Iglesia más pobre, más maternal, más misionera, y un cristiano más discípulo, más samaritano, y más misionero.

Repara el autor en que “desde el punto de vista teológico, la mayor aportación de la Exhortación apostólica Gaudete et exsultate, y aquello por lo que será recordada en ambientes académicos, es haber situado el contenido fundamental de la santidad cristiana en la práctica de las bienaventuranzas”. Pero sobre todo, repara en la novedad de “edificar a todo el pueblo de Dios sin pretender epatar a las inteligencias cualificadas de quienes cultivan la llamada teología espiritual”. Bastaría con el breve séptimo punto de la exhortación como prueba de ello: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad de la puerta de al lado, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, la clase media de la santidad”.