SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (A): IGLESIA EN SALIDA

Isaías 49,3.5-6; 1 Corintios 1,1-3; Juan 1,29-34

HABLA LA PALABRA: ¿Qué es el cristiano?

Las lecturas de este domingo nos ayudan a responder a una pregunta que, por obvia, no la deberíamos nunca dar por contestada: ¿Qué es ser cristiano? Sobre todo si nos creemos cristianos y si aspiramos, además, a ser buenos cristianos.

  • El profeta Isaías nos dice que todos los hombres son “candidatos” a ser cristianos, sin excepción, porque el Mesías prometido, el Cristo, aún llamado a reunir a Israel (el pueblo de la promesa), ha sido proclamado “luz de las naciones”, luz de todos los hombres, de todos los pueblos, de todo lugar y de todo tiempo.
  • Pablo, al inicio de su primera carta a los corintios, hace un prolijo saludo. Si nos atenemos a nuestro lenguaje religioso habitual, podría parecer que la comunidad de Corintios estuviese formada sólo por personas consagrados (los saluda con este nombre), y sólo a los santos (que solemos confundir con “proclamados santos” por la Iglesia). En cambio, en genuino lenguaje cristiano, se está refiriendo, junto a los de Corintio, a todos los cristianos, y por tanto, a ti, y a mí, y a todos nosotros. Porque todos somos consagrados (la primera y fundamental consagración es la del bautismo), y todos somos santos (porque en el bautismo fuimos hechos santos al hacernos uno con el único santo de verdad: Cristo Jesús).
  • Y en el Evangelio, en el relato del Bautismo de Jesús por parte de Juan el Bautista, estamos también llamados a reconocer nuestro propio bautismo, porque el bautismo de Juan era un bautismo de agua, preparatorio y premonitorio, el de Jesús es, y este es el que nosotros hemos recibido, como el propio Juan Bautista declara, “con Espíritu Santo”.
  • El cristiano es por tanto aquel hombre que, proveniente de todo pueblo, raza, cultura, y situación, ha sido bautizado en Cristo Jesús, y consagrado a él, recibe el don de la fe y de la gracia de Dios (la santidad), para ser luz de Cristo en todas las naciones de la tierra, para ser “Iglesia en salida”.

HABLA EL CORAZÓN: Pimerear, involucrarse, acompañar, fructificar y festejar

La Iglesia en salida, nos dice el Papa Francisco, es la comunidad de discípulos misioneros que “primerean”, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan.

  • Primerea: “La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf.1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva”.
  • Se involucra: Jesús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para lavarlos. Pero luego dice a los discípulos: Seréis felices si hacéis esto (Jn 13,17). La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo”.
  • Acompaña: “a la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites.
  • Fructifica: “El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en apariencia sean imperfectos o inacabados. El discípulo sabe dar la vida entera y jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia liberadora”.
  • Celebra y festeja: “cada pequeña victoria, cada paso adelante en la evangelización. La evangelización gozosa se vuelve belleza en la liturgia en medio de la exigencia diaria de extender el bien. La Iglesia evangeliza y se evangeliza a sí misma con la belleza de la liturgia, la cual también es celebración de la actividad evangelizadora y fuente de un renovado impulso donativo”.

HABLA LA VIDA: Fresia, la “maestra coraje” 

Conoció monseñor Ginés García Beltrán en la Araucanía, al sur de Chile, en un pequeño poblado mapuche, a una “maestra coraje” llamada Fresia. No es su primera escuela (en varias ocasiones su casa y sus escuelas han terminado en cenizas), pero es la que “Dios le da ahora”. Los niños aprenden a rezar con la misma naturalidad que correr por el campo. Su paciencia y su autoridad moral hacen de ella un ejemplo para los niños y para los catorce profesionales de la educación que colaboran con ella. Hay muchas “fresias”. Los que son como ella hacen la “Iglesia en salida”.

Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid.