Autor: Jean-Marie Petitclerc
Título: Prevenir la radicalización de los jóvenes
Editorial: CCS
La combinación de dos elementos que confluyen en la gran aportación novedosa de este libro no podrían ser mejores: por un lado el autor, que es un salesiano (y por tanto, de partida, especialista por carisma del amor preventivo para los jóvenes), que además lleva cuarenta años en contacto con los jóvenes de los barrios marginales (y “sensibles” al radicalismo islámico) de París; y por otro lado un fenómeno que preocupa a las sociedades de todos los pueblos, no sólo de Europa, y del que al miedo propio de la estrategia del terrorismo se une el miedo generalizado de la incomprensión: ¿cómo explicar este fenómeno calificado como radicalización, “sectarización” o “fanatización”? Nos encontramos con un libro pluri-facetico y multidisciplinar: nos adentra en el mundo de la educación, del diálogo social, de la pluralidad religiosa y de la misión tanto de la iglesia como de toda la sociedad para con los jóvenes de hoy.
En una primera parte (cinco primeros capítulos), se analiza el fenómeno: Bajo la afirmación “comprender no significa excusar” empieza afrontando la complejidad del mismo: no todos los jóvenes que se radicalizan son iguales, los hay que antes son musulmanes y luego se radicalizan pero también que antes son radicales y encuentran en el islam la válvula de escape de su radicalización, y en todo caso no basta el acercamiento sociológico al fenómeno sino se procura también un acercamiento religioso. En segunda instancia el autor presenta los diversos perfiles de estos jóvenes: los magrebíes de segunda o tercera generación que se sienten humillados, y los jóvenes -cada vez más los adolescentes- de origen europeo “normalizados”, generalmente sensibles a las causas sociales, que de la noche a la mañana sorprenden a sus padres que les preguntan desesperados: ¿Qué han hecho de ti? Seguidamente el autor afronta la estrategia mediática de los “radicalizadores” (que aprovechan el que para las nuevas generaciones no haya separación entre lo real y lo virtual), para a continuación exponer las cinco etapas del proceso de radicalización (riguroso e inédito análisis) y la ligación entre reclutamiento relacional y adoctrinamiento ideológico.
En los cinco siguientes capítulos se afronta la respuesta, cuya mayor apuesta es la prevención (se califican de temibles para la erradicación las prisiones e ineficaces los centros de des-radicalización), que consiste en una verdadera educación en la fraternidad, en el respeto, en la pluralidad, en la resolución de conflictos, no siempre acorde con una “laicidad de la abstención”. A esto se añade también una tarea fundamental: desarrollar el espíritu crítico que neutralice la fuerza del impacto ideológico, pero sobre todo, una prevención basada en el aprendizaje del diálogo tanto intercultural como interreligioso. Termina el libro con un capítulo “salesiano”. Decía don Bosco tras visitar la cárcel de Turín: si estos jóvenes, antes de entrar en este lugar de castigo, hubieran tenido un amigo que se hubiera interesado por sus problemas….
Por cierto, aunque este libro tiene como principal punto de mira a los jóvenes que canalizan su radicalización a través de una ideologización del Islam, es también válido para afrontar desde la prevención un fenómeno que aunque minoritario reaparece siempre: la de los jóvenes radicales que reducen el cristianismo a una ideología (la sombra del integrismo hoy con más recursos mediáticos que nunca), y que, sin llegar al grado de violencia de otros radicalizados, creen que su compromiso cristiano consiste en el enfrentamiento con la sociedad y la cultura contemporánea, y no en un paciente y constructivo diálogo evangélico y evangelizador con ellas.