Título: Dios te quiere feliz

Autor: Monseñor José Ignacio Munilla

Editorial: Palabra

En la cultura del laicismo, omnipresente y a veces dominante, no se da sólo una imagen falsa de la experiencia cristiana, sino en lo fundamental totalmente contraria a la verdadera experiencia cristiana. El seguidor de Cristo es prejuzgado ideológicamente como una persona esclava de sus creencias y costumbres morales, represora de sus instintos y deseos, y la postre infeliz. La experiencia objetiva de dos mil años de cristianos pertenecientes a todas las geografías culturales, nos muestra todo lo contrario: nadie le gana al cristiano en libertad y en felicidad, porque como decía Benedicto XVI, “Cristo no quita nada. Al contrario, lo da todo”, todo lo que es bueno para el hombre, todo lo que le hace verdaderamente feliz.

La pregunta no es si el cristiano es o no es feliz, sino porqué lo es. Es más, porque esta en condiciones de descubrir y de realizar más que nadie su felicidad.  Y aquí, el obispo Munilla, con su capacidad incomparable de explicar las verdades de la fe, de proclamarlas de un modo comprensible para todos los públicos, y de hacerlo además de un modo tan sugerente y atractivo (como nos tiene acostumbrado por sus demás publicaciones y por sus intervenciones radiofónicas), lo borda con este libro con tan clarividente título: “Dios te quiere feliz”, que viene a ser como la fórmula, o una de las mejores fórmulas, para anunciar con cuatro palabras el kerigma evangélico fundamental, respondiendo a las inquietudes profundamente religiosas del hombre de hoy, que no se hace la pregunta de Dios desde la perspectiva directamente religiosa (vive como dice el Papa Francisco en el mundo de la “prescindencia religiosa”), sino desde la perspectiva vital y existencial de su vida, para quien es más difícil encontrar a Dios por buscarle a Él, que encontrar a Dios por buscar la verdadera felicidad.

El libro recorre quince pasos para encontrar la felicidad, quince pasos que van recorriendo distintos verbos que conjugan la predisposición humana desde la libertad para hacer el recorrido de la felicidad en el camino hacia Dios: sanar (las heridas), educar (los deseos), superar (la mediocridad), amar (en esperanza), familiarizarse (para conocer a Dios), de nuevo educar (desde el Corazón de Cristo), ser familia (para servir a la sociedad), disfrutar (de la fe), misericordiar (la verdadera misericordia), rechazar (las falsas espiritualidades), enamorarse (de Cristo), discernir (la propia vocación), dejarse guiar (por el Espíritu Santo), dejarse asistir (por la Virgen María), y peregrinar. Todo ello para al final vivir en presencia de Dios en permanente estado de conversión.

Y, ¿cómo conclusión? Me quedo con una idea de las últimas páginas. ¿Quién es feliz? Aquel que deja que Dios escriba en su vida la letra pequeña, no sólo la grande. Es la segunda conversión. Es la bandera puesta en la cima de la verdadera felicidad.