JUEVES SANTO (Ciclo A): DISPUESTOS A SERVIR

Éxodo 12,1-8.11-14; 1 Corintios 11,23-26; Juan 13,1-15

HABLA LA PALABRA: De la esclavitud a la libertad

La liturgia de la Palabra del Jueves Santo nos ofrece la síntesis memorial de la historia de la salvación como liberación, como paso de la esclavitud a la libertad:

  • De la esclavitud del pueblo de Israel en Egipto a la liberación a mano de Moisés a través de la memoria ritual de la Cena de Pascua, descrita en el libro del Éxodo.
  • De la esclavitud de las ofrendas de las antiguas religiones para conseguir el favor de Dios a la liberación de la única ofrenda que el Padre acepta del hombre, la de su hijo en la cruz, realizada día a día en el memorial eucarístico de la última cena, tal y como lo describe san Pablo en su primera carta a los Corintios.
  • Y De la esclavitud del pecado de todo hombre a lo largo de la historia a la liberación de Cristo siervo, y de su emulación haciéndose cada hombre siervo de los demás hombres, a través del gesto litúrgico del lavatorio de los pies, descrita en el Evangelio de Juan.

HABLA EL CORAZÓN: Los unos a los otros

En su primer año de pontificado, el Papa Francisco quiso celebrar la Cena del Señor el jueves santo en el centro de menores “Casal del Marmo”, en Roma. Dirigiéndose a estos chicos les dijo:

“Esto es conmovedor. Jesús que lava a los pies a sus discípulos. Pedro no comprende nada, lo rechaza. Pero Jesús se lo ha explicado. Jesús –Dios– ha hecho esto. Y Él mismo lo explica a los discípulos: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis” (Jn 13,12-15).

“Es el ejemplo del Señor: Él es el más importante y lava los pies porque, entre nosotros, el que está más en alto debe estar al servicio de los otros. Y esto es un símbolo, es un signo, ¿no? Lavar los pies es: yo estoy a tu servicio. Y también nosotros, entre nosotros, no es que debamos lavarnos los pies todos los días los unos a los otros, pero entonces, ¿qué significa? Que debemos ayudarnos, los unos a los otros”.

“A veces estoy enfadado con uno, o con una… pero… olvídalo, olvídalo, y si te pide un favor, hazlo. Ayudarse unos a otros: esto es lo que Jesús nos enseña y esto es lo que yo hago, y lo hago de corazón, porque es mi deber. Como sacerdote y como obispo debo estar a vuestro servicio. Pero es un deber que viene del corazón: lo amo. Amo esto y amo hacerlo porque el Señor así me lo ha enseñado”.

“Pero también vosotros, ayudadnos: ayudadnos siempre. Los unos a los otros. Y así, ayudándonos, nos haremos bien. Ahora haremos esta ceremonia de lavarnos los pies y pensemos: que cada uno de nosotros piense: ¿Estoy verdaderamente dispuesta o dispuesto a servir, a ayudar al otro? Pensemos esto, solamente. Y pensemos que este signo es una caricia de Jesús, que Él hace, porque Jesús ha venido precisamente para esto, para servir, para ayudarnos”.

HABLA LA VIDA: Las cosas del corazón

Concluida la celebración de la misa, el encuentro adquirió un aire más familiar, en el gimnasio de la cárcel Casal del Marmo de Roma. El Papa Francisco se mostró reconocido ante las autoridades y los jóvenes por la acogida, y a estos últimos quiso dirigirse brevemente, repitiendo la clave que había dado el Domingo de Ramos a miles de jóvenes en la plaza de San Pedro: “Estoy feliz de hallarme con vosotros. Adelante, ¿eh? y no os dejéis robar la esperanza. No os dejéis robar la esperanza. ¿Entendido? Siempre con la esperanza, adelante”.

Después, uno por uno, los jóvenes pasaron a saludar al Papa. Quien les preguntó su nombre, su origen. Y les decía: “Por favor, reza por mí. Necesito tus oraciones. Yo rezaré por ti”.

Y cuando un joven, ante todos, le preguntó: “Pero ¿por qué has venido aquí hoy?”, simplemente respondió: “Es un sentimiento que ha salido del corazón; he sentido esto. Donde están aquellos que tal vez me ayudarán más a ser humilde, a ser un servidor como debe ser un obispo. Y he pensado, he preguntado: ¿Dónde están aquellos a quienes les gustaría una visita? Y me han dicho Casal del Marmo, probablemente. Y cuando me lo han dicho, he venido aquí. Pero sólo ha salido del corazón. Las cosas del corazón no tienen explicación; sólo salen”.

Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid.