LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR: ID POR TODO EL MUNDO
Hechos 1,1-11; Hebreos 9,24-28;10,19-23; Lucas 24,46-53
HABLA LA PALABRA: Discípulos-misioneros
En las lecturas del Domingo de la Ascensión se nos explica que hace por nosotros Jesús sentado a la derecha del Padre:
- Hacer que su Iglesia siembre cada día su Reino: En los Hechos de los Apóstoles queda bien claro que el Reino de este mundo menguará ante el Reino de Dios, y que aunque no nos toque a nosotros saber el día y la hora en el que el cambio de un reino por otro sea completo, si que nos toca ser testigos del nuevo Reino, porque para ello hemos recibido la fuerza del Espíritu Santo. Y en el relato de la Ascensión, nos deja una sentencia que ha acompañado siempre la conciencia del cristiano tentado de sustituir el compromiso cristiano (transformar el mundo según la ley del cielo) por la devoción (quedarse sin más mirando al cielo).
- Abogar por nosotros y alentarnos: La Carta a los Hebreos nos explica que Cristo ha entrado en el santuario del cielo para ponerse ante Dios e interceder por nosotros. El ha roto la cortina que nos separaba de Dios y vendrá a por nosotros al final de los tiempos.
- Enviarnos: El Evangelio de Lucas vemos a Jesús llamando a los discípulos testigos. Que bien explica el Papa Francisco que no somos discípulos y además misioneros, como si pudiéramos separar estas dos condiciones del cristiano, sino discípulos-misioneros, porque si no se puede ser misionero sin ser discípulo, tampoco se puede ser discípulo sino se es misionero.
HABLA EL CORAZÓN: La noticia que todos esperan
En el Domingo de la Ascensión del Señor, escuchamos su mandato más acuciante: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio. Es un mandato que adquiere tonos especiales para la celebración de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales:
- La comunicación social se distingue de la comunicación interpersonal y grupal porque sus destinatarios (y con Internet también de sus emisarios) son indeterminados.
- En realidad la potencialidad de la comunicación social, inscrita en la naturaleza humana, responde fundamentalmente al deseo del hombre de comunicar lo único que comparte con todos los hombres de todas las latitudes y tiempos: las preguntas fundamentales de la vida, el anhelo de una felicidad que se le escapa, y la respuesta en algo o alguien que le trascienda.
- Podemos decir que la comunicación social, en todas sus modalidades, responde en el fondo al mandato de Jesús: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio”.
- Sólo la Iglesia se a atrevido a definir el fin de la comunicación social: “la comunión y el progreso entre los hombres y los pueblos” (Communio et progressio, nº1).
HABLA LA VIDA: El fondo de tu Sabiduría
Como testimonio de santo periodista, tenemos en España al beato Manuel Lozano (“Lolo”, como era conocido en Jaén): Su obligada postración por la enfermedad por el dolor no le impidió realizar este empeño, sino que lo reforzó con la credibilidad que para el anuncio cristiano aporta su vivencia personal de la identificación con Cristo sufriente. Tenía una extraordinaria capacidad de vida contemplativa que hacía que en sus escritos periodísticos y libros siempre reflejara no sólo la verdad de los hechos, sino también la verdad del hombre, a imagen de Jesucristo.
En su famosa oración por los periodistas, encontramos hermosas sugerencias para la oración por nosotros, pues todos, de algún modo, somos comunicadores: “Señor: Pon en la frente de todos los que escriben, una proa que enfile el buen puerto que eres (…) Que su poso de ciencia tenga el espejo al fondo de tu sabiduría (…) Que si de pronto se hace en el mundo un silencio porque hacen falta normas, su corazón sea bravo para decir la palabra; que sea clara y rotunda y, sobre todo, justa. Le negarás el sueño, como también la sal y el pan de cada día, si sólo él puede hablar y calla por cobarde. Tendrá que poner robo o compasión, o hambre, y lo dirá sin tentarle la bolsa o el ascenso, el susto o la amenaza. Que de sus labios broten consejos como fuente de pueblo, que mana día y noche. Si alguna ración doble hay que dar de optimismo, de amor y de esperanza, escánciala sobre ellos. Mensajeros de fe y de alegría. Y que escriban de rodillas cuando un hogar naufraga”.
Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid.