La celebración de la fiesta del Bautismo del Señor nos lleva año tras año a pensar en la importancia de nuestro propio bautismo, que no es el bautismo “de” Jesús por parte de Juan el Batista, sino el bautismo “en Jesús” por parte de la Iglesia. El mismo profeta lo dejo bien claro: “yo bautizo con agua pero quien viene detrás de mi bautizará con Espíritu Santo y fuego”.

Y pensar en nuestro propio bautismo significa para la Iglesia repensar la catequesis. Desde el primer instante la Iglesia ha llamado catecúmenos a los conversos que, habiendo conocido a Jesucristo y deslumbrados por su Palabra, han comenzado un proceso de iniciación cristiana para poder un día recibir los sacramentos de la iniciación: el bautismo, la confirmación y por primera vez la eucaristía. A este proceso lo ha llamado catequesis que significa “resonar”: el resonar de la Palabra de Dios en el corazón de quien aprende desde cero a vivir la vida cristiana.

Pero del mismo modo que los bautizados en agua por Juan Bautista no tenían conciencia de la novedad que él les anunciaba, hoy en día en las sociedades post-cristianas como la nuestra, la mayoría de los bautizados no tienen conciencia suficiente del valor de su bautismo, y cuando vienen a la catequesis para completar el proceso de su iniciación cristiana (que se supone han comenzado en familia), pasan a ser catecúmenos pero sin haber experimentado previamente esa fascinación por Cristo ni la conversión a su persona. Por eso la catequesis hoy no es sólo iniciación cristiana, como antaño, sino despertar religioso, provocación cristiana, y primer anuncio del Evangelio, que los pueda llevar, antes de aprender por aprender, a tener una experiencia gratificante de Dios y un deseo de convertirse a él.

Y por eso, puesta la mirada en el bautismo de los cristianos en este día del Bautismo del Señor, la Iglesia en todas partes, también aquí en Madrid, se esfuerza para que los catequistas sean despertadores de la fe, provocadores del Evangelio, antes desde el contagio y el testimonio de sus vidas que desde su magisterio. Y se esfuerza también para que los programas, itinerarios y recursos de la catequesis estén al servicio de este despertar y de esta provocación, y no sean manuales de teología para niños y adolescentes. Y en eso precisamente estamos empeñados desde la Delegación de Catequesis de la Diócesis de Madrid.