DE LOS NUEVOS RECURSOS CATEQUÉTICOS DE LA ARCHIDIÓCESIS DE MADRID PARA ADOLESCENTES Y JÓVENES «JESÚS: ¿DÓNDE VIVES? VENID Y VERÉIS»

UNIDAD CATEQUETÍCA 13: “Seréis bienaventurados”

TERCERA PARTE: JESÚS: ¿DÓNDE VIVES? VENID Y VERÉIS

SECCIÓN Cuidamos: Esperamos unos cielos nuevos (TDS Cap. 35, p. 203)

Esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva

Por la fe y el bautismo estamos unidos al Señor, muerto y resucitado, y esperamos seguir unidos a él después de la muerte, en la resurrección:

  • Vamos a la casa del Padre: Creemos que hay una patria futura para todos nosotros a la que llamamos cielo y de la que nos habla la Sagrada Escritura con parábolas y símbolos como la fiesta de las bodas, la luz y la vida.
  • En cuerpo y alma: Esto sobrepasa la posibilidad de nuestro entendimiento pero, por la fe, creemos que al final de los tiempos seremos transformados a imagen de Cristo resucitado y nuestro cuerpo será semejante al suyo, con su gloria y perfección. La muerte y el dolor desaparecerán y gozaremos de la vida eterna.
  • En unos cielos nuevos y una tierra nueva: La Biblia anuncia este gran acontecimiento que se llevará a cabo con la vuelta gloriosa de Jesucristo como Juez de vivos y muertos (juicio final). Él hará triunfar de forma definitiva la verdad y la justicia, y recompensará todo el bien que hayamos hecho.
  • El universo entero participará también de la gloria de Cristo resucitado y será liberado de la corrupción. Así el Reino de Dios llegará a su plenitud y Cristo reinará totalmente y Dios será todo en todos.
  • En espera del final de los tiempos, el alma de cada persona que muere se encuentra con Dios. A este encuentro la Iglesia lo llama juicio particular. En él cada uno recibe de Dios el premio o el castigo en relación con su fe y sus obras.
  • Para unos será disfrutar inmediatamente de la gloria de Dios;
  • para otros será entrar en la comunión plena con Dios tras ser purificados;
  • y, para otros, los que lo hayan rechazado libre y voluntariamente hasta la muerte, será vivir lejos de Dios para siempre.

Así, la muerte no tiene la última palabra sobre tu vida. Si vives en Cristo no morirás para siempre, sino para resucitar a una vida nueva y eterna con Él. En la confesión de esto o no, te juegas el sentido de tu vida. Elige: esperanza o temor. Cristo o nada.