Entrevista a Rosa María Abad León, laica española que recibió el ministerio de catequista en la celebración del domingo de la Palabra de Dios

PDF de la página 7 de L’Osservatore Romano (número 4, viernes 28 de enero de 2022): SPAG_2022_004_2801_007

Llevar a Dios a las personas en su presente

 

 ROCÍO LANCHO GARCÍA. L’Osservatore Romano (número 4, viernes 28 de enero de 2022).- El Papa Francisco otorgó el pasado domingo los ministerios de catequistas y lectores a varios laicos por primera vez, en un rito nuevo, en la Basílica de San Pedro durante la celebración eucarística de la Jornada de la Palabra de Dios. Los nuevos lectores y catequistas, procedían de varias partes del mundo y fueron llamados por su nombre para recibir este nuevo mandato. Entre ellos la española Rosa María Abad León, catequista de la diócesis de Madrid en la parroquia Cristo de la Victoria, que comparte en esta entrevista con L’Osservatore Romano su experiencia.

¿Desde hace cuánto tiempo es catequista? ¿Cómo inició este servicio?

Llevo 10 años siendo catequista. Primero colaboré con Cáritas durante dos años, pero aunque la labor que hacen es muy importante, yo no terminaba de encajar. Entonces fui a mi parroquia y le pregunté al párroco de entonces en qué podía colaborar, y me dijo que en catequesis. Así empecé. Al principio no tenía mucha idea, pero me preparé, me hice una programación y en mi primer grupo me llevé una gran sorpresa. Un grupo de niñas que provenía de un hogar de acogida de la Comunidad de Madrid por proceder de familias desestructuradas: violencia, droga, etc. Fue un impacto muy fuerte. Me di cuenta que al inicio el catecismo no sería muy útil, primero tenía que ganármelas con el corazón. Así vi que ese era mi sitio, mi lugar.

Además, usted también forma parte del Equipo de Expertos de la Delegación de Catequesis de Madrid. ¿Qué función tiene este grupo?

Sí, desde hace seis años. Yo empecé a ir a los cursos de formación de la diócesis. Empecé también a escribir en la revista “Catequistas”. A partir de ahí contactaron conmigo y me preguntaron si quería colaborar. Respecto al trabajo que hacemos: ahora mismo estamos realizando los materiales para la Catequesis con una visión diferente. Se han hecho unos materiales muy buenos, creados por gente muy preparada. Estos materiales son muy innovadores ya que se basan en los diferentes ciclos. Por ejemplo, algunas parroquias que no tienen muchos niños y tienen que juntar a los de primero, segundo y tercer año. Pues con estos materiales te da la posibilidad de seguir las catequesis adaptadas a cada nivel. Además, usa medios audiovisuales, fragmentos de películas.

En estos años en los que usted ha sido catequista, ¿cómo ha “evolucionado” el papel del catequista en las parroquias?

Tenemos que evolucionar constantemente porque a los niños hay que llegarles. Es evidente que los niños de hoy no tienen nada que ver a cuando yo era niña. Las nuevas tecnologías, las nuevas formas de expresarse… Un niño jamás se va a poner a mi nivel en cuanto a edad, pero yo sí me puedo poner a su nivel, yo sí he pasado por sus años. Por eso tenemos que aprender su forma de hablar, tenemos que aprender las redes sociales, hay que entender cómo funciona Instagram. Y a partir de ahí explicarles, por ejemplo, que detrás de un like, un me gusta, no vale todo. Detrás de eso hay un ser humano. En todo esto hay que “transformarse” como catequista. Llevarle a Dios en su presente, en su hoy en día. Ese niño, ese adulto, ese joven, tiene que saber que Dios está con nosotros todos los días. Hay que prepararse porque hay una simbología en los ritos, en los sacramentos, en la misa y cuando la gente no lo en- tiende, no le llega. Si tú le explicas por qué una determinada cosa se hace y la razón que hay detrás de ese gesto o contextualizas la Sagrada Escritura, la gente lo entiende y así percibe que es real y lo lleva a su vida.

¿Cómo se enteró de que sería instituida catequista en San Pedro el Domingo de la Palabra de Dios?

Me llamaron de la delegación y me lo comunicaron. En ese momento, no sabía qué decir. Una persona a la que admiro muchísimo me dijo “Dios a veces deja sin palabras”. Y es verdad, me quedé sin palabras. Cuando lo procesé, acepté y fue una alegría in- mensa, sentido de la responsabilidad y agradecimiento a Dios por haberse fijado en mí, aunque no sé por qué lo ha hecho. A mí siempre me marcó mucho el Evangelio del joven rico. Si Dios quiere algo de mí, no le voy a decir que no. Yo digo que sí, y sé que Él viene conmigo en el camino. Lo haré lo mejor que pueda.

En la homilía, el Papa Francisco dijo que estáis “llamados a la tarea importante de servir el Evangelio de Jesús, de anunciarlo para que su consuelo, su alegría y su liberación lleguen a todos. ¿Cómo vive usted esto en su día a día?

Esto es lo fundamental. A los niños, jóvenes y adultos que quieren conocer y recibir a Dios es lo que hay que decirle. Dios no es un refresco que cuando tengo sed lo abro, bebo y lo vuelvo a dejar. Dios está con nosotros cada día, 24/7, siempre. Y el Evangelio es así, tú lees un pasaje y a cada uno le dice una cosa diferente dependiendo de su situación personal, pero que está igual de vigente que hace 21 siglos. Esto es lo que hay que transmitir: Dios está siempre presente, nos acompaña, nos entiende, nos consuela y ayuda. Cuando tienes un problema y le preguntas, si eres capaz de aislarte y escuchar, Él te habla.

Haber recibido este ministerio, es algo totalmente nuevo. ¿Cómo acoge usted esta “novedad” en su vida?

De momento estoy a la expectativa. Sé lo que significa, sé que me va a implicar muchas cosas nuevas. Estoy esperando con muchas ganas ver dónde puedo ayudar y servir. Mi compromiso con la Iglesia antes ya era importante para mí, pues ahora muchísimo más.

En esta celebración del domingo pasado, vemos también un reconocimiento del papel de los laicos en la Iglesia. ¿Cómo vive usted esta realidad de laica comprometida con su labor en la Iglesia?

Es vedad que reconocer la figura del laico dentro de la Iglesia con su labor me parece importante. Pero también es verdad que, aunque antes no se reconocieran esos ministerios como tales a ese nivel, los laicos tenemos una labor fundamental en la Iglesia y lo sabemos. La Iglesia no te excluye. Yo en la Iglesia me he sentido siempre muy escuchada y arropada. Es verdad que ahora muchísimo más. Estoy muy agradecida y feliz por ello.

¿Ha tenido ocasión de saludar al Santo Padre?

Sí, fue maravilloso. Tuvimos un encuentro personal con él, fue muy breve. Pero yo quiero decir que el Papa con su mirada transmite una tranquilidad y una paz increíble. Me dijo “adelante” y aquí estoy yo, para seguir “adelante”.