SOLEMINIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD: EL SOFTWARE DE DIOS

Proverbios 8,22-31; Romanos 5,1-5; Juan 16,12-15 

HABLA LA PALABRA: Contemplar el Misterio Trinitario

La riqueza que encontramos en la Liturgia de la Palabra en esta solemnidad de la Santísima Trinidad nos lleva a la contemplación del misterio de Dios:

  • El hermoso texto del libro de los Proverbios nos ofrece un testimonio portentoso de la Revelación: inspirado por el Espíritu Santo el autor nos revela que ya en la Creación Dios Padre no está sólo, sino que con personalidad propia, la “Sabiduría”, como un niño que juega con la bola de la tierra y se goza con los hijos de los hombres, le acompaña.
  • San Pablo en su Carta a los Romanos nos resume -en una frase elegida por la Iglesia como una de las moniciones litúrgicas para rezar el Padre Nuestro-, cual es nuestra suerte unida al conocimiento del Dios Verdadero: “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”.
  • Y en el Evangelio de Juan le oímos a Jesús hablar de su relación trinitaria con el Padre y con el Espíritu Santo: Dios Padre que le ha dado todo, y Dios Espíritu Santo que dará gloria al Hijo comunicándonos todo lo que de él reciba.

HABLA EL CORAZÓN: Confesar la fe en la Santísima Trinidad

  • Confesar la Trinidad es acoger el misterio de Dios en lo más esencial de si mismo, inalcanzable por nuestra propia razón, pero conocido por nosotros por el don inmenso de la revelación: que Dios es sólo Dios si es uno podemos alcanzarlo por la razón, que sea amor y que lo sea en la unidad de tres personas que son un solo Dios, sólo porque él nos lo ha revelado.
  • EL Misterio de la Santísima Trinidad es, como dice un teólogo utilizando el lenguaje informático, el “software de Dios”. Y si no entramos en el verdadero “sistema operativo” de la realidad (de Dios, del Hombre, del Cielo y de la Tierra), que es éste, desbarramos.
  • Pero si lo encontramos nos podemos adentrar en la única contemplación que nos eleva a los cielos sin levantarnos un centímetro del suelo: porque si el Padre tanto amo al mundo que le dio al Hijo, y el Hijo nunca se fue del todo del mundo al dejarnos su Espíritu, contemplar a Dios es construir en este mundo su Reino de paz, justicia y amor.
  • La fe en el Dios Uno y Trino nos lleva a la fe en el hombre creado a su imagen y semejanza, salvado por acción de las tres personas trinitarias, nacido y destinado por tanto a la unidad, a la comunión.
  • La fe en el Dios Uno y Trino nos libera de cinco ideologías pseudo-religiosas:
  • El ateísmo desesperante: la afirmación segura de la muerte de Dios, decía un ateo como Nietzsche nos lleva a la desesperación, a la muerte del hombre.
  • El deísmo autosuficiente: el hombre es el verdadero “dios” de su vida, el Dios motor del universo ni siente ni parece, es sólo un gran reloj.
  • El sincretismo decepcionante: todo vale, toda religión, creer y no creer, según me levante cada día: la vida sin sentido ni falta que le hace.
  • El fundamentalismo intolerante: Dios dibujado a mi imagen y semejanza: si yo fuera Dios sería un tirano despótico.
  • Y el fanatismo sectario; cualquiera puede inventar una religión para darse culto a si mismo y que se lo de un grupo de engañados.
  • Son las cinco ideologías que quieren robarle al hombre su religación natural a Dios, su anhelo permanente de Dios, y su búsqueda inteligente del Dios verdadero. Son las principales artimañas del enemigo que no quiere que el asombroso descubrimiento de la verdad de Dios nos lleve al “ut unum sint”, al que “todos sean uno”, al mundo unido en el amor.

HABLA LA VIDA: Vivir la trinidad como los mártires de la unidad

¿Podemos nosotros llegar a comprender el Misterio Trinitario? Si: desde la vida. San Agustín intentaba dilucidar el misterio trinitario y encontró un niño que quería llenar su hoyo en la playa con todo el agua del mar y al hacerle ver el santo que es imposible le dijo: más difícil es que en tu mente entre el misterio trinitario.

Creo que entre los que mejor han entendido el misterio trinitario fueron unos adolescentes africanos: en el seminario menor de Burundi, el 30 de abril de 1997, 44 seminaristas hutus y tutsis fueron asesinados por no querer identificar ante sus agresores su propio grupo étnico. Juan Pablo II los llamó “mártires de la unidad”. La vocación del hombre, y de la humanidad, es la unidad en el amor, a imagen y semejanza de Dios Trinidad.