SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO: EL DON DE LA COMUNIÓN

Isaías 62,1-5; 1 Corintios 12,4-11; Juan 2,1-12

HABLA LA PALABRA: Dios comulga con el hombre

Dios es grande, pero se hace pequeño. Dios es anterior a toda palabra, pero goza callando y escuchando al hombre, criatura suya. Dios es uno pero no univoco, sino diálogo de amor en si mismo, entre el Padre, el Hijo y el Espíritu. De las lecturas de este domingo aprendemos todo esto:

  • El profeta Isaías nos dice que Dios ha hecho alianza con su pueblo, promesa de fidelidad, como la que hace el esposo con la esposa.
  • San Pablo nos explica que en la Iglesia, que es comunión de amor, hay diversidad de dones, de ministerios (servicios) o funciones, pero un mismo Espíritu, el Espíritu Santo, es el que anima a todos.
  • Y en el Evangelio, en el relato de las Bodas de Caná, vemos como Jesús nos enseña el valor de la unidad, de la comunión:
  • como entiende el enlace de sus amigos como un signo de comunión que los trasciende;
  • como convierte su amistad con ellos en comunión con ellos, dispuesto a todo por su bien, hasta el más mínimo detalle;
  • y como convierte la complacencia a María, su madre, en comunión con ella, capaz de por ella cambiar el programa de su ministerio público.

HABLA EL CORAZÓN: Comunión en la diversidad

La comunión es un don, es más, es el mismo Jesús que se nos da, es Jesús en medio de nosotros (“donde dos o tres están unidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos”). Y por eso:

  • Unidad en la diversidad (que no es ni uniformidad ni división) es el misterio de la Iglesia que es koinonia y Diaconia, es decir, es comunión y servicio, unidad y gratuidad. En cada diócesis, cada parroquia, cada orden religiosa o cada movimiento apostólico, esta Jesús en medio de los suyos. La Iglesia no es la unión de los cristianos que siguen a Jesús, sino Jesús en medio de los cristianos que nos une a él.
    • Unidad en la diversidad (que no es ni uniformidad ni división) hace de la Iglesia signo de unidad para el género humano, no sólo en virtud de la santidad de sus miembros (“en esto reconocerán que sois mis discípulos, en el amor que os tengáis los unos a los otros”), sino porque la unidad es don, porque es el Espíritu Santo el que hace que la unidad subsista a todas las divisiones.
    • Unidad en la diversidad (que no es ni uniformidad ni división) hace de las heridas abiertas de viejas rupturas en el seno de la Iglesia, ansia de volver a la perfecta comunión a través del camino ecuménico.
  • Unidad en la diversidad (que no es ni uniformidad ni división) hace de la familia Iglesia Doméstica, escuela de amor, pasada por el crisol de sus pruebas. Como en Caná, los esposos cristianos siguen invitando a Jesús y a su madre a su boda para que se queden con ellos para siempre.
  • Y unidad en la diversidad (que no es ni uniformidad ni división) es el destino de la humanidad, de su historia, de la creación entera.

HABLA LA VIDA: Comunión que evangeliza 

Cuentan que estando San Francisco de Asís reunido con sus compañeros hablando de Cristo, impulsado por el fervor de su espíritu, mandó a uno de ellos que abriese la boca y hablase de Dios como el Espíritu Santo le inspirase. Obediente al mandato recibido, el hermano habló de Dios maravillosamente; San Francisco le impuso silencio, y mandó lo mismo a otro; y después a otro; y así uno a uno hizo lo mismo con todos ellos. Y mientras se hallaban en esa conversación, apareció Cristo en medio de ellos y, bendiciéndoles a todos, los llenó de tanta dulzura, que todos quedaron al punto fuera de sí y cayeron por tierra. Cuando volvieron en sí, les dijo San Francisco: “Hermanos míos amadísimos, dad gracias a Dios, que ha querido, por la boca de los sencillos, revelar los tesoros de la divina sabiduría, ya que Dios es quien abre la boca a los mudos y hace hablar sabiamente a los sencillos”.

Y cuentan que a la vuelta de un largo paseo por Asis hablando con uno de sus hermanos éste le dijo: ¿pero no habíamos subido a la ciudad a predicar el evangelio? Y en santo le dijo: eso hemos hecho, nos han visto unidos, y Jesús en medio de nosotros se ha dejado ver por las calles de la ciudad.