Siguiendo la propuesta mini-reflexiones sobre la catequesis para este verano, esta semana ofrecemos estas notas sobre la identidad eclesial del catequista:

EL CATEQUISTA ACTÚA DENTRO DE LA IGLESIA

    El catequista no sólo realiza su tarea en nombre de Dios y ofrece sus servicios a los hombres movidos por su amor al Señor y por la inspiración que siente en lo profundo de su mente y de su corazón. Se siente y se sabe miembro de la Comunidad de Jesús. ;

   – No sólo actúa, sino que anuncia el mensaje en nombre de la Iglesia. Está inserto en la comunidad cristiana y se convierte en portavoz de la misma. Su palabra es eco del mensaje que las Iglesia debe llevar a todos los hombres

    – Se siente enviado por una comunidad de hermanos para hacer a los demás participantes de la riqueza de familia, que proviene de Jesús. Por eso mira con amor fraterno a todos los hombres, en especial a quienes con el comparten la búsqueda y la clarificación. Y mira con amor crítico a los pastores de la Iglesia y a los demás ministros ya que actúa en la comunidad de los elegidos de Jesús.

     – Se sabe servidor de los hombres creyentes, que deben clarificar su fe y su amor y para ellos actúa como estímulo e intermediario, como ayuda y colaboración, como camino y como aliento.

     Abierto a los problemas del hombre de nuestro tiempo y de nuestra sociedad, así como a la persona del catequizando a quien sirve, se siente con entusiasmo al servicio de la Palabra de Dios, que es palabra de vida y de esperanza, de fe y de salvación, de gracia y de fraternidad.

    La importancia de su tarea

    Está en función de la misión evangelizadora que desempeña en la Iglesia. Su entrega no es una ocurrencia, sino un servicio eclesial. Sabe que es llamado por el mismo Jesús para hacer discípulos del misterio de un Dios encarnado. Esto implica un compromiso, pero sobre todo reclama una conciencia de la propia identidad.

Por eso el catequista sabe, o debe saber:

      * Su misión es actuar en nombre de Jesús y de su Iglesia.

      * Su labor es transmitir la verdad divina, no su propia verdad.

      * Su objetivo es sembrar una vida conforme al estilo del Evangelio.

      * Su medio es hacer vivir la experiencia religiosa cristiana.

      * Su ambiente es el de sus catequizandos,

                que son sus hermanos en la fe y en el amor al Señor.