¿Qué nos dice la Palabra de Dios de este 2º domingo de Pascua, que San Juan Pablo II proclamó como Domingo de la Misericordia?

  • Los Hechos de los Apóstoles nos dan las constantes de la vida de la Iglesia:
  • La “enseñanza de los apóstoles”, es decir, en anuncio del Evangelio, por el que “día tras día el Señor iba agregando al grupo de los que se iban salvando”.
  • La comunión afectiva y efectiva de los bienes, espirituales y materiales (“lo tenían todo en común”)
  • La celebración de la Eucaristía (la “fracción del pan”) y el culto divino (la oración y los demás sacramentos)
  • Con el salmo 117 hemos afirmado el sentido más importante del culto católico: “la acción de gracias a Dios porque es bueno, porque es eterna su misericordia”. Eucaristía significa, de hecho, acción de gracias.
  • San Pedro en su primera carta nos muestra las señas de identidad del hombre nuevo, es decir, del cristiano: alegrarse en medio del sufrimiento, afrontar las pruebas de la fe, y no cejar en la alabanza a Cristo.
  • Y el Evangelio nos muestra, a su vez, la imagen, la escena, la fotografía permanente de la vida de la Iglesia, que puede provocar en nosotros una inquietud que, en el lenguaje coloquial plantearíamos así: ¿tu quieres o no quieres salir en la foto, en esta foto?: es la escena del Resucitado en Medios de los Apóstoles, reunidos en el Domingo, día del Señor, para acoger su paz, verificar su triunfo, y ser enviados a humanizar y evangelizar este mundo.

Justo hoy hace cuatro añod, la Iglesia nos canonizaba a dos hombres de nuestro tiempo que estuvieron en la primera línea a la hora de devolver a la Iglesia de hoy la frescura evangélica de la Iglesia apostólica.

  • San Juan XXIII pasó a la historia, ya en vida, como el “Papa bueno”: Nos liberó de una posible III Guerra Mundial convirtiéndose en el verdadero freno de la crisis de los misiles, o de habernos regalado la doctrina más sublime sobre la paz (su encíclica Pacem in terris); y convocó el Concilio Vaticano II porque en la Iglesia hacía falta “abrir las ventanas para que entrará aire fresco”.
  • San Juan Pablo II pasará a la historia, probablemente, como el Papa magno.
  • Karol Wojtyla aprendió desde niño a abrazar el dolor. A los 9 años murió su madre al dar a luz a una niña que murió antes de nacer. Años más tarde fallecieron su hermano y su padre. Descubrió en un primer momento su vocación como literato y dramaturgo, pero pronto entendió que Dios lo llamaba al sacerdocio.
  • Poco antes de decidir su ingreso al seminario trabajó arduamente como obrero en una cantera. El mismo decía que esta experiencia le ayudó a conocer de cerca el cansancio físico, así como la sencillez, sensatez y fervor de los trabajadores.
  • Durante los años de guerra tuvo que vivir oculto, junto con otros seminaristas. Con 26 años fue ordenado sacerdote. Se doctoró en teología con una tesis sobre San Juan de la Cruz y en Filosofía con una tesis sobre la ética de los valores.
  • Con 38 años se convirtió en el obispo más joven de Polonia. Promovió el apostolado juvenil, construyó templos a pesar de la fuerte oposición del régimen comunista, y se volcó a la promoción humana y religiosa de los obreros.
  • Al morir en 1978 Pablo VI, y 15 días después Juan Pablo I, fue elegido sucesor de Pedro, rompiendo con la tradición de más de 400 años de Papas italianos.
  • En su primera audiencia el Papa Wojtyla reconoció que no le preocupaba ni la prensa, ni los idiomas, ni los grandes problemas internacionales: “He visto que un Papa no es bastante para abrazar a cada uno. Sin embargo, no puede haber más que un Papa y no sé como multiplicarlo”.
  • Ese fue su “único problema” durante veintisiete años de pontificado, aunque cambió la historia del mundo al propiciar la caída del muro de Berlín que dividía el mundo en tres, y aunque le intentaron matar varias veces por ello.
  • Con casi un centenar de viajes fuera de Italia, con un recorrido equivalente a treinta veces la vuelta a la tierra; trece encíclicas; más de ochenta exhortaciones y cartas apostólicas, miles de mensajes; se convirtió en el hombre que más personas ha congregado de la historia con sus jornadas mundiales de la juventud.
  • En el 2º domingo de Pascua del año pasado, en la misa de su canonización, el Papa Francisco dijo de San Juan XXIII y San Juan Pablo II:
  • Que no tuvieron vergüenza de la carne de Cristo (de sus llagas) ni de la carne del hombre sufriente de su tiempo.
  • Que conocieron las tragedias del siglo XX pero no sucumbieron a ellas.
  • Que acogieron el don de la esperanza y dieron esperanza al mundo.
  • Que cooperaron estrechamente con el Espíritu Santo para redibujar la fisonomía de la Iglesia.
  • Decía el escritor chileno Joaquín Allende que “todos los papas son providenciales, pero no todos son tan excepcionales”.
  • La pregunta entonces es: si el Espíritu Santo se ha desbordado con los papas que nos ha enviado en este tiempo, ¿qué podemos hacer nosotros para secundarlos? Empaparnos, como ellos, en la Fuente de la misericordia.

HOMILÍA DEL II DOMINGO DE PASCUA – Ciclo B. Domingo de la Misericordia.