Con toda sencillez Don Julián García Hernando afirma que “la nueva evangelización no puede realizarse en su plenitud si no va precedida de la unión de los cristianos”. Don Julián se jubiló en marzo de 1999, después de dirigir 33 años el Secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española, que es tanto como decir el ecumenismo en España desde la Iglesia católica.

Este sacerdote, nacido en Campaspero (Valladolid), en 1920, de la Hermandad de los Operarios Diocesanos, Licenciado en Teología y en Historial Civil, es fundador del Instituto “Misionero de la Unidad”, director del Centro Ecuménico “Misioneras de la Unidad” de Madrid, fundador y director de la revista Pastoral Ecuménica, director del Boletín “InfoEkumene” de noticias ecuménicas, además de creador del Comité Cristiano Interconfesional, primer intento de diálogo oficioso en España con las iglesias, confesiones y comunidades cristianas, así como promotor de numerosas iniciativas ecuménicas, como los “Encuentros Interconfesionales de El Espinar”, que se celebran anualmente en esa localidad segoviana, y los “Encuentros Internacionales e Interconfesionales de Religiosas y Religiosos”, y también de diálogo y colaboración interreligiosa.

“La preocupación por la unidad de los cristianos es en mí anterior al Vaticano II, afirma don Julián. Me nació durante los 14 años que estuve de profesor de Historia de la Iglesia en el Seminario de Segovia, al estudiar y explicar el hecho de las separaciones eclesiales a lo largo de la historia, y sus calamitosos frutos”.

Vocación que ha llevado a buen término con su entera dedicación y servicio durante años y que le ha valido el reconocimiento y la gratitud de todos a este sacerdote católico abierto, dialogante y siempre dispuesto al encuentro con el otro a quien, a pesar de las diferencias y raíces distintas, considera hermano, amigo. Su mejor herencia es continuar esta hermosa tarea de alcanzar la unidad querida y exigida por Jesucristo a todos los que le siguen como Camino, Verdad y Vida.

¿Qué son las Misioneras de la Unidad?

El Instituto Misioneras de la Unidad (hoy Instituto Misionero de la Unidad) tiene como fin específico la unidad de todos los cristianos y de todos los hombres en la única Iglesia de Cristo. Nuestro nombre, el que se nos impuso en la pila de nuestro bautismo como Instituto, es Misioneras de la Unidad. Consta de dos palabras sustantivas: “Misioneras” y “Unidad”, unidas por la preposición de y el artículo la. A primera vista, la misión nos sustantiva y la unidad nos adjetiviza. Nuestro nombre, por otra parte, está acuñado en dos textos bíblicos: “Id, pues, enseñad a todas las gentes” [Mt 28,19] y “que todos sean uno, para que el mundo crea” [Jn 17,21].

Estamos a caballo entre los dos conceptos: misión y unidad. Aparentemente la misión parece más importante que la unidad, como si el campo de la unidad fuese una parcela de la misión, la cual tiene otros muchos horizontes además de la unidad. Pero realmente la unidad es la que totaliza la misión, la abraza, la engloba, la agiliza, la fertiliza y la plenifica. Para nosotras hay un trastrueque de valores:

Jesucristo lo dijo en un momento lacerante de su vida: “Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea” [Jn 17,21]. Vemos que pone el acento en la unidad de cara a la evangelización del mundo.

¿De dónde vienen nuestras fuentes?

Nuestro punto de referencia es la Trinidad. Lo es para toda comunidad cristiana y de un modo particular para nosotras. Al descubrir nuestra vocación ecuménica Jesús nos invitó a elevar nuestra mirada hacia la Comunión existente entre las tres Divinas Personas: “Padre, que ellos sean uno en nosotros” [Jn 17,21]. Ahí está la fuente de nuestra realización. No necesitamos otros manantiales. Lo tenemos en Dios, que es comunión interpersonal. Toda comunidad cristiana, por estar basada en el amor, tiene dimensión trinitaria, que se interpreta como congregación que tiene entre sus miembros la comunión con Dios y la comunión con los hombres. La comunión nos ha sido dada. No la hemos inventado nosotras. Hemos sido convocadas por el Señor. Somos una comunidad con una misión bien concreta y claramente definida: trabajar por la unidad de los cristianos, sin cuyo logro la Iglesia no podrá manifestar la plenitud de su catolicidad.

Nuestro modelo: Jesucristo

El seguimiento de Jesucristo ha sido, es y será el sueño de miles de corazones que se han entregado totalmente a Él. Pero la vida de Cristo es polifacética y por ello hay diferentes familias, grupos, comunidades. Nosotras hemos acogido, dentro de la diversidad, la gran preocupación de Cristo por la Unidad. Nosotras nos atrevemos a afirmar que fue su opción fundamental. Así lo da a entender el apóstol Juan cuando dice: “vino al mundo para congregar en UNO a los hijos de Dios que estaban dispersos” [Jn 11,52]. Por eso, Cristo es el gran apóstol de la unidad, el misionero de la unidad.

En el campo de la Iglesia

Nuestro fundador ha tenido siempre un profundo sentido eclesial, un apasionante amor a la Iglesia. El ha descubierto que la gran gracia de Dios a su Iglesia en los tiempos presentes es la gracia del trabajo por la unidad. La Iglesia ve que la desunión de sus miembros es un obstáculo y un escándalo para la credibilidad de la Iglesia de Jesucristo. La unidad de todos los cristianos y de todos los hombres en la única Iglesia de Cristo es el fin específico y concreto de las Misioneras. En un mundo dividido, nosotras aceptamos la misión de trabajar, en el seno de la Iglesia, por la unidad de todos los hombres. Nuestro lema es: TODO POR LA UNIDAD.

Espiritualidad ecuménica

Hay diversidad de espiritualidades en el mundo. Hay espiritualidad budista, musulmana, judía, cristiana, etc., con diversos matices y riquezas. La “espiritualidad ecuménica” no está todavía bien perfilada. Se está haciendo al tiempo que se va viviendo. La espiritualidad ecuménica ha de tener como centro y como eje, como objetivo y como fin, como fuente y como desembocadura, la unidad de la Iglesia.

El fundamento de esta espiritualidad es sencillamente el mismo de toda espiritualidad cristiana, si bien vivida con un acento especial en sus notas trinitaria, cristológica, pneumatológica, eclesial, comunitaria y bíblica. Pero lo específico y propio le viene de su carácter interconfesional.

Superación de lo confesional

De la vivencia, es decir, del compartir, en la medida de lo posible y dentro de la normativa, de cada confesión, estas riquezas espirituales que en cada Iglesia ha ido almacenando el correr de los siglos resultaría lo que se llama espiritualidad ecuménica, la cual no es exclusivamente católica, ni ortodoxa, ni reformada, ni anglicana o luterana, sino ecuménica, por estar formada con las esencias espirituales de todas las tradiciones.

Carácter interconfesional

Ponemos un texto de nuestras bases: “para que las Misioneras de la Unidad se vayan familiarizando con la espiritualidad ecuménica, como exigencia de su vocación y de su dimensión apostólica, acudirán al estudio de temas ecuménicos de probada garantía, tanto dentro como fuera del catolicismo; conocerán las tradiciones litúrgicas y espirituales de otras confesiones; cultivarán el estudio de la Palabra de Dios; tendrán celebraciones ecuménicas y en algunas ocasiones, teniendo siempre en cuenta las directrices de la Iglesia católica en estas cuestiones, utilizarán las formas cúlticas de otras familias confesionales”.

Todo por la unidad

El Instituto está formado por una sola familia, con distintas ramas y grupos:

  • Grupo de vida en común, en convivencia fraterna, compartiendo actividades, preocupaciones, oración, economía, casa, en una palabra vida.
  • Grupo formado por hombres y mujeres, casados, solteros y célibes, que quieran vivir radicalmente en sus hogares las exigencias del Evangelio y de la Unidad.
  • Colaboradores, tanto católicos como acatólicos, que sintiendo las mismas preocupaciones quieran trabajar, según sus propias posibilidades, por la unidad de todos los cristianos y de todos los hombres en la Iglesia de Cristo.
  • “El Instituto puede admitir a compartir su vida, temporal o permanentemente, a cristianos acatólicos que, teniendo una marcada vocación ecuménica, acepten y cumplan las bases del mismo”.
  • “Cristianos por la Unidad”, asociación ecuménica abierta a personas preocupadas por la causa del ecumenismo en su triple dimensión: espiritual, doctrinal y pastoral.
  • Asociación “Centro Ecuménico Misioneras de la Unidad” -ACEMU-, grupo de cristianos inquietos por la causa de la Unidad, que constituyen una asociación ecuménica vinculada al Instituto Misionero de la Unidad, y que en gran parte la integran “amigos del Centro”.
  • “Fraternidad Ecuménica”. Así se define el grupo de religiosas de distintos países de Europa y de diferentes confesiones cristianas que ha participado en alguno de los Encuentros Internacionales e Interconfesionales que, organizados por las Misioneras de la Unidad, se han celebrado.
  • “Amigos del Centro”, que comprende a miles de personas a las que, a lo largo de la geografía europea y americana, ha llegado el entusiasmo por la causa de la unidad, mediante los Cursos de Formación Ecuménica hablados o por correspondencia, retiros espirituales, convivencias, encuentros de oración, peregrinaciones ecuménicas…

Centro Ecuménico “Misioneras de la Unidad” de Madrid
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Tel.: [34] 91 367 58 40 y Fax: [34] 91 377 06 85
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