Hemos recibido este mensaje de uno de vosotros, los catequistas:

Buenas tardes,
Mi nombre es RAMÓN CALVO DE LA HOZ, tengo 74 años, soy Abuelo ( de 4 nietos), feligrés de la Parroquia de Santa Maria Soledad de Torres Acosta y San Pedro Poveda (Las  Tablas).
Por primera vez en mi vida, me he apuntado como Catequista y asimismo estoy realizando el Curso Anual de Catequistas.
He «descubierto» algo maravilloso. De cómo tenemos que aprender tanto los Mayores de los pequeños, aquellos a los que Nuestro Señor Jesucristo tanto amaba y priorizaba.
Pues bien, también he llegado a otra (creo que importante) conclusión: y es que nosotros, los MAYORES (Abuelos y Jubilados mayormente), tenemos también mucho que aportar como Catequistas.
Tenemos lo más importante: TIEMPO. Generalmente nuestros hij@s están desbordados con sus horarios, trabajos y ocupaciones familiares Pero, sin embrago, creo que normalmente no nos planteamos la labor.

Muchísimas gracias, Ramón. Sois un tesoro para la Iglesia inmenso y de un valor incalculable. El mismo nuevo Directorio para la Catequesis dedica un número, el 126, a los abuelos, que dice así:

Junto con los padres, los abuelos, especialmente en ciertas culturas, son quienes juegan un papel especial en la transmisión de la fe a los más jóvenes. La Escritura también relata la fe de los abuelos como testimonio para sus nietos (Cf. 2 Timoteo 1,5). La Iglesia ha prestado siempre una atención particular a los abuelos, reconociendo que constituyen una gran riqueza desde el punto de vista humano y social, así como desde el punto de vista religioso y espiritual. Ante la cristia de las familias, los abuelos que con frecuencia tienen mayores raíces en la fe cristiana y un pasado rico en experiencias, se convierten en importantes puntos de referencia. De hecho, son muchas las personas que deben su iniciación en la vida cristiana a sus abuelos. La contribución de los abuelos en la catequesis es importante tanto por el tiempo que pueden dedicar como por su capacidad de animar a las generaciones más jóvenes con su cariño. Su sabiduría es, muchas veces, decisiva para crecimiento de la fe. La oración de súplica y la plegaria de alabanza de los abuelos apoyan la comunidad que trabaja y lucha por la vida.

Y esto sin referirse explícitamente a los catequistas mayores en las parroquias, sino sólo a la impronta catequética de los abuelos. Vosotros lo sois doblemente: cómo abuelos y cómo catequistas. ¡Gracias!

Y por favor, que ni el Covid ni ninguna otra cosa vencible os aleje de la Catequesis: ¡Os necesitamos!

Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis del Arzobispado de Madrid.