SÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO: SER COMPASIVOS

Samuel 26,2.7-9; 1 Corintios 15,45-49; Lucas 6,27-38

HABLA LA PALABRA: ¿Enemigos?

La Palabra de Dios nos habla de los enemigos que nos vamos cargando en el camino de la vida, porque si no estamos atentos, entre nuestras debilidades y las debilidades de los demás, la vida puede llevarnos por un camino terrible, en que con el tiempo perdemos amigos y ganamos enemigos:

  • El primer libro de Samuel nos cuenta como David supo parar a tiempo la espiral de violencia: “El te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor”
  • San Pablo en su primera carta a los Corinitos nos habla de nuestra doble condición: terrenal y espiritual. En Cristo hemos recibido la gracia del Espíritu, y podemos comportarnos como hombres espirituales, es decir, compasivos.
  • Y Jesús en el Evangelio nos habla de la compasión, medida del verdadero amor, capaz incluso del amor al enemigo.

HABLA EL CORAZÓN: Cuando el amor languidece

No todos tienen enemigos declarados, pero todos tenemos experiencia de dejar que el amor mutuo se quiebre, y la consiguiente ocasión para la reconciliación, para mirar con ojos nuevos al otro (entre los miembros de la familia, entre los compañeros de trabajo, entre los amigos, entre los miembros de una comunidad). Chiara Lubich lo explicaba así:

  • ¡Cuántas veces entre hermanos (…) la unidad languidece, el polvo penetra entre alma y alma, y el encanto desaparece porque la luz, que había surgido entre todos lentamente se apaga! Muy a menudo es un juicio inexacto sobre quien vive con nosotros. Habíamos dicho que queríamos ver sólo a Jesús en el hermano, tratar sólo a Jesús en el hermano, amar a Jesús en el hermano, pero ahora se presenta el recuerdo de que aquel hermano tiene tal o cual defecto, o incurrió en esta o aquella imperfección. Nuestra mirada se complica y nuestro ser no esta ya iluminado. En consecuencia, se rompe la unidad, equivocándonos.
  • Quizá aquel hermano, como todos nosotros, cometió algún error, pero Dios, ¿cómo lo ve? ¿Cual es, en realidad, su condición, la verdad de su estado? Si esta arrepentido delante de Dios, Dios no se acuerda ya de nada, todo lo borró con su sangre. Entonces nosotros ¿por qué hemos de recordar? ¿Quién está en el error en ese momento? ¿Yo, que juzgo, o el hermano? Yo (…).
  • ¿Mi hermano vuelve? He de verlo como nuevo, como si nada hubiera ocurrido, y volver a empezar la vida juntos en la unidad de Cristo, como si fuese la primera vez, porque realmente de lo anterior no queda ya nada. Esta confianza lo preservará de otras caídas, y también yo, si he usado con él esta medida, podré tener la esperanza de que un día Dios me juzgue del mismo modo”.

HABLA LA VIDA: El coraje de la reconciliación

En un gran encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional en el Parque Las Malocas (Villavicencio), en 8 de septiembre de 2017, el Papa Francisco escuchó atentamente cada uno de los cuatro escalofriantes testimonios de las víctimas de la violencia en Colombia (Juan Carlos Murcia Perdomo, Deisy Sánchez Rey, Luz Day Landazury, y Pastora Mira), y sus palabras fueron de agradecimiento, de apoyo, de confirmación del “coraje reconciliador” de cada uno de ellos, del testimonio de amor sobre las heridas lacerantes de la violencia que cada uno de ellos, como miles y miles de colombianos más, forman parte de sus vidas para siempre.

El Papa nos enseño que la verdad y la justicia no están reñidas con el perdón y el amor. Al revés, porque “la verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos (…) No temas a la verdad ni a la justicia. Queridos colombianos: No tengan temor a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación”.