El próximo domingo celebrados la Jornada de la Infancia Misionera, una jornada ineludible en la catequesis de infancia. Adjuntamos el PDF de la revista Iluminare con los recursos litúrgicos y catequéticos de la misma, así como una noticia de gran interés humano y cristiano que Obras Misionales Pontificias nos ofrece con ocasión de esta Jornada:

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Infancia Misionera y las Obras de Misericordia: “Enterrar a los difuntos”. Cuando un medicamento hubiera salvado un niño

OMPRESS-ROMA (18-01-17) El Papa Francisco preguntaba en su viaje a Filipinas si habíamos aprendido a llorar. Para ello, proponía preguntarse a uno mismo: “¿He aprendido a llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado en la calle, un niño que no tiene casa, un niño abandonado, un niño abusado, un niño usado por una sociedad como esclavo?”. La Obra Pontificia de la Infancia Misionera lleva más de 170 años ayudando a quienes no han dejado de llorar por tener que enfrentarse, todos los días, con esta realidad de la que hablaba el Papa. Son, sobre todo, religiosas, y también laicos, y sacerdotes y obispos en los territorios de misión que lloran ante la situación de tantos niños.

Una misionera española el año pasado escribía desde África: “Por desgracia no todos los niños salen adelante; un 2% de los niños que llegan a nosotros fallecen antes de cumplir el año”. Y eso, con todos los cuidados médicos. De ahí que gran número de proyectos financiados por Infancia Misionera vayan destinados a asistencia sanitaria, a cuidados médicos y a medicamentos.

En Ghana, en África Occidental, este año se ayudó al programa sanitario de la diócesis de Techiman. Los 10.000 dólares van destinados a luchar contra la malaria con medicamentos y también con mosquiteras. Esta enfermedad, la malaria, es la principal causa de muerte de niños en la zona. En el país vecino de Burkina Faso, en Manga, se han enviado 5.000 euros al Centro de Recuperación y Educación Nutricional. En este centro se busca ayudar a los 300 niños atendidos, que sufren de malnutrición, para que recuperen su salud y el peso que deberían tener a su edad.

En Costa de Marfil, la hermana Claire Toussida lleva adelante el Centro Sanitario de Nda Bousso, cerca del colegio de la localidad, para poder supervisar los tratamientos y evitar que los niños, por la pobreza de sus padres, no puedan acceder a ellos. Los 8.000 euros que ha solicitado van destinados enteramente a la compra de medicamentos.

La diócesis de Mpika en Zambia tiene su propio departamento diocesano de salud, gracias al cual distribuye medicamentos y material sanitario al gran número de pequeños dispensarios de parroquias y centros misioneros. La Infancia Misionera les ha financiado con 10.000 dólares la adquisición de tres equipos de reanimación para niños, que se llevarán a los centros de Chalabesa, Ilondola y Mulanga. Estos equipos pueden reducir el fallecimiento de recién nacidos por dificultades respiratorias en el parto, y es que uno de cada diez niños que nacen necesitan de esta asistencia.

La hermana Beatrice Chidatha, de las hermanas de la Caridad de Ottawa, en Malawi contaba, al solicitar un proyecto de ayuda para el St. Joseph Hospital de Ludzi, que muchísimas vidas de niños se podrían haber salvado si hubiera llegado un medicamento a tiempo. Como el gobierno no tiene dinero para ofrecer tratamientos gratuitos, la población acude a la Iglesia para pedir ayuda. Este hospital de St. Joseph atendió el año pasado a 6.259 niños. Por eso, los 10.000 dólares que Infancia Misionera le ha hecho llegar van destinados todos a la compra de medicinas para el hospital.

En Bangladesh, el obispo de Sylhet pedía ayuda para el pequeño hospital y las dos clínicas que tiene su diócesis, en las que se atienden a los niños más necesitados. Debido a la pobreza y a la falta de instrucción, muchos padres no pueden dar el cuidado médico adecuado a sus hijos. Con los 8.000 dólares enviados se pagarán medicinas y otros gastos médicos.