Con profundo pesar y al mismo tiempo con agradecimiento por su vida y obra, comunicamos el fallecimiento del sacerdote Antonio Alcedo Ternero a la edad de 88 años. Canónigo de la Catedral de Cádiz y uno de los sacerdotes diocesanos más lúcidos y conscientes de la realidad actual, siempre esperanzado y con una fe inquebrantable en la palabra evangélica.
Antonio Alcedo Ternero nació en 1936 y a lo largo de su vida dedicó su inteligencia y su vocación al servicio de la Iglesia y la sociedad. Estudió Derecho Canónico en la Universidad de Salamanca y Catequesis en el Instituto de Catequética de la Pontificia Universidad Salesiana de Roma. Sus profundos conocimientos y dilatada experiencia pastoral lo llevaron a desarrollar un sentido crítico agudo sobre la situación actual de la sociedad y de la Iglesia.
Entre sus numerosas contribuciones a la literatura teológica y pastoral, se destacan sus obras sobre catequesis y evangelización. En sus libros «Iniciar en la fe», «Iglesia, campo de misión», «El catequista creyente» y «Fundamentos de la catequesis», Antonio Alcedo Ternero analiza los cambios culturales de la sociedad contemporánea y ofrece principios, criterios y pautas para una nueva evangelización y una catequesis renovada. En estas obras, Alcedo Ternero enfatiza la necesidad de abandonar el catastrofismo y la rutina, y aboga por una Iglesia de servicio, capaz de soñar y abrir caminos de paz y reconciliación.
Su servicio pastoral fue amplio y diverso. Fue capellán de emigrantes en Suiza, párroco de San Iscio en Puente Mayorga, del Salvador de Vejer de la Frontera, de San Juan Bautista de Chiclana y de San Severiano de Cádiz. Además, desempeñó roles importantes como canciller secretario del Obispado, delegado de Catequesis, profesor de Seminario, juez diocesano, visitador de Monasterios de Clausura y miembro del Consejo del Presbiterio. Fue capellán de la Iglesia de las Descalzas de Cádiz y de la comunidad y centro docente de las Religiosas de María Inmaculada de Cádiz.
Con sus actitudes, comportamientos y palabras, Antonio Alcedo Ternero nos enseñó que la pastoral consiste en leer el Evangelio con ojos nuevos, interpretando su verdadero mensaje para ser profetas de comunión. Repetía que la vocación es «una iniciativa amorosa con la que Dios viene a nuestro encuentro y nos invita a entrar en un gran proyecto». También insistía en que la llamada del Señor nos hace portadores de una promesa y nos pide la valentía de arriesgarnos con Él y por Él.
Con su hermana María del Rosario, su cuñada, sobrinas, compañeros y amigos, compartimos el dolor por su partida, pero también la alegría y el agradecimiento por haber tenido su amistad. Que descanse en paz, Antonio Alcedo Ternero, y que su legado continúe inspirando a muchos a seguir los caminos de paz y reconciliación que él soñó y construyó.