Descenso para su procesión del Cuadro de la Virgen de la Paloma de Madrid por parte del equipo de bomberos, que se realiza todos los años en esta fiesta de la Asunción de Nuestra Señora

 

FIESTA DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA: LA MADRE DEL CIELO

Apocalipsis 11,19;12,1-6.10; 1 Corintios 15,20-27; Lucas 1,39-56

HABLA LA PALABRA: Imagen y designio

En los textos bíblicos con los que la liturgia de la Iglesia celebra la gran fiesta mariana de la Asunción, fiesta patronal de la mayoría de los pueblos de España, encontramos:

  • En el apocalipsis la imagen de María asunta a los cielos: vestida de sol, con la luz bajo sus pies, y una corona con doce estrellas en la cabeza.
  • En la carta de san Pablo a los Corintios su designio compartido con todos los santos: el de su resurrección tras la de Cristo.
  • En el Evangelio su designio particular, por ella confesado: “ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada.

HABLA EL CORAZÓN: Venerada, implorada, imitada y amada

Dice el Concilio Vaticano II, que a María de Nazaret, madre de Jesús, y por tanto madre de Dios, madre de la Iglesia, madre de la humanidad, y madre de cada uno de nosotros, se la venera, se la implora, se la imita y se la ama:

  • Se la venera, porque el Padre del cielo la doto de dones excepcionales para la misión tan importante a la que fue llamada en la Historia de la Salvación. La Asunción a los cielos en cuerpo y alma es uno de esos dones excepcionales que recibió del creador, junto a su inmaculada concepción y a ser la madre de Dios.
  • Se la implora porque no hay intercesora más influyente en su Hijo, dador de todas las gracias, que quien lo llevo en su seno y lo dio al mundo. Ya en las bodas de Caná le convence para que intervenga en favor de aquellos novios.
  • Se la imita, porque ella es el prototipo de la fe, el modelo supremo del creyente, el tipo de la Iglesia, la “revestida de la Palabra”, de la Palabra de Dios: “estos son mi madre y mis hermanos, los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”.
  • Y se la ama, se la ama con locura: Tal vez porque el pueblo cristiano siempre intuyó, con su infalible sensus fidei, que después del amor inmenso e infinito de Dios a los hombres, nadie, ninguna otra creatura humana, ama tanto como ella. Tal vez porque la forma más sencilla, más pura, más humana, de venerar, implorar y querer imitar a María sea queriéndola como la madre del cielo que, imitando ella a su vez al Dios de la misericordia, más nos quiere, nos protege, nos defiende, y nos espera.

HABLA LA VIDA: Una madre siempre espera

El Padre Cesáreo Gabaraín, sacerdote compositor de tantas canciones religiosas compuso una hermosa canción a la Virgen… “Cuántas veces siendo niño te recé”, que terminaba diciendo: “Al regreso me encendías una luz, sonriendo desde lejos me esperabas. En la mesa la comida aún caliente y el mantel, y tu abrazo en mi alegría de volver. Aunque el hijo se alejara del hogar, una madre siempre espera su regreso”.

Una vez al Padre Gabaraín, en un encuentro con jóvenes, uno le preguntó como se le ocurrió la letra de esta canción, y él les conto una experiencia: Cuando de joven cura visitó a una familia de su parroquia que lo invitó a comer, la madre, exquisita, le pidió que bendijese la mesa. Él preguntó si no faltaba alguien, ya que donde estaban senados sus hijos había un asiento, un plato, y unos cubiertos preparados. La madre le dijo que si, que faltaba uno de los hijos, pero que aun así bendijese la mesa. Al la mitad de la comida, el Padre Gabaraín volvió a preguntar por el hijo ausente, y se hizo un gran silencio. Entonces la madre le explicó que aquel hijo hace años se fue de su hogar, para vivir su vida, y pidió que no buscasen nunca. Y que ella, convencida de que algún día vendría, todos los días le preparaba su puesto en la mesa…

Al cabo de los años, tras varios destinos después de esa parroquia, Gabaraín preguntó por aquella familia, y le contaron que un día el hijo prodigo volvió, justo a la hora de comer, sentó a la mesa, y sus padres y sus hermanos reaccionaron como si se hubiese ido el día anterior… Si una madre, cualquier madre, nos se cansa de esperar, bien sabemos que la Madre del cielo, aquella a quien veneramos e imploramos, queremos imitar y amar, nunca se cansa de esperar.